Muñecos animados
Si revisan los orígenes de muchas de las series animadas que vimos de chicos, se van a dar cuenta que no es ninguna novedad. Muchos de los clásicos como He-Man, GI-Joe, Popples, Trolls, My Litlle Pony/Mi Pequeño Pony, o Care Bears/Ositos cariñosos, fueron primero una línea de muñecos a los cuales se les creó una serie para poder introducir el producto dentro del hogar.
Algo similar ocurre con UglyDolls: Extremadamente feos, que viene precedida no solo por una fuerte campaña publicitaria que ya lleva más de un año, sino por la línea de simpáticos muñequitos que son toda una referencia para los que cuentan con menos de quince años (y para los que tienen más, pero con alma de niños, también).
Parece que todo empezó del modo más romántico, Sun Min Kim tenía que abandonar EE.UU. y dejar a su novio David Horvarth. Este le escribe una carta de despedida: en ella le dibuja un simpático monstruito y un mensaje esperanzador acerca de que algún día podrían concretar sus sueños.
Ella decide hacer un muñeco en base al dibujo, y él se lo presenta a un amigo que trabajaba en una empresa de juguetes. De ahí en más el éxito no pararía: fueron juguete del año en 2006, traspasaron EE.UU. recorriendo el mundo, y la empresa Illumination Studios compró los derechos para hacer una película que luego pasaría a manos de STX Films como su primer film animado (y este mes también sale una serie por Hulu).
Bueno, toda esta historia es probablemente mucho más entretenida e inspiradora que lo que propone la sosa UglyDolls: Extremadamente feos.
El mundo es de los feos
Imaginemos un mundo de juguetes. Allí se los separa entre los que son perfectos para su venta… perdón… para relacionarse con los niños, y los que tienen algún defecto de origen, los cuales son aplazados a vivir en Uglyville (algo así como Villa Feo).
Moxy (acá la escuchamos con vos de Tini Stoessel –gran gancho– y en el original con Kelly Clarkson) vive en Uglyville, pero no está conforme con esa situación. Por eso, junto a su grupo de amigos, planea una estrategia para lograr ingresar al reino de los juguetes lindos y así vivir todos en armonía.
Sí, no es el argumento más original del mundo; hasta podría decir que hace veintiún años Antz planteó algo similar mucho más complejo, y mejor en todos los sentidos.
Todo esto sirve como excusa para presentar un ambiente muy colorido, con monstruitos varios adorables, personajes humanos estándar, incluyendo un villano bastante irritante y unas cuantas canciones pegadizas.
Supuestamente el mensaje es a favor de la no discriminación, de la integración, la importancia del ser diferente o ser uno mismo. Todo bien en los papeles, pero en la práctica…
Cuando UglyDolls: Extremadamente feos se planeó dentro de Illumination, el encargado de dirigirla y escribir su guion era Robert Rodriguez a través de su Troublemaker Studios. Luego, cuando pasó a manos de STX, Rodríguez se bajó y su nombre solo figura como “Historia de”, aunque el guion ya no es de su autoría.
Es pura conjetura, pero teniendo los más que dignos (en cuanto a realización y valores) antecedentes de Rodriguez en el cine infantil, es probable que el resultado fuese mejor que este que nos presenta Kelly Asbury (Gnomeo y Julieta, Shrek 2).
Conformismo de peluche
En realidad, lo que nos muestra UglyDolls: Extremadamente feos es un universo en el que las apariencias importan, en el que lo único importante es pertenecer, y los desclasados no lo son tanto. Todo es adornado y edulcorado; y mejor ni adentrarse en el claro mensaje de mercadotecnia barata que posee. Todo en la película está pensado para las ventas al abandonar la sala.
Estos bichitos de peluche ni son tan feos, ni menos son reaccionarios al sistema; todo lo que quieren es integrarse, amoldarse a él, así sea que en el medio pierdan su identidad. Conformismo puro.
El mensaje atrasa muchísimo y lo condimentan de la peor manera, tratando a su público como menor. UglyDolls: Extremadamente feos es el tipo de películas que subestima al público infantil entregándole menos, simplificando, ofreciéndoles algo vacío, porque total son chicos y se conforman con cualquier cosa… o lo único que nos interesa es que compren muñecos, que mejor no piensen tanto.
Los personajes son clichés sin ningún tipo de vuelo, y la animación no es lo suficientemente estimulante como para entablillar al quebrado. Las canciones, más que pegadizas, son pegajosas, sobrecargadas, redundantes, poco emotivas.
UglyDolls: Extremadamente feos es una película fiel a su origen: antes que una película animada, es un vehículo para vender muñecos de peluche, o cualquier otro producto. Partiendo de esa base, no hace nada por torcer su destino.