Los peluches imperfectos ganan en simpatía y talento, inmersos en un estallido de colores.
En un universo maravillosamente anómalo (Villa Fea), donde abundan las fiestas y la música, viven los peluches que no encajan con los cánones de belleza impuestos por la sociedad. Y a pesar de la buena vibra que hay en el lugar, la muñeca Moxy no se siente completa. Ella añora encontrar a su humano, aquel que la elija para ser su juguete favorito… ser parte de su vida.
Por este motivo se arriesga ir más allá, atravesando un oscuro pasadizo, y con una troupe de amigos descubre el Instituto de la Perfección. Un lugar en donde los muñecos se preparan para que los elijan sus niños. Con la excepción de que allí son todos físicamente perfectos, preparados bajo las órdenes de un tiránico Lou; un muñeco con apariencia de ensueño. Es así que lidiarán en este mundo que los expulsa, donde a fuerza de persistencia encontrarán su lugar de pertenencia.
Formalmente la animación de la cinta es correcta; argumentalmente Uglydolls es bastante básica, y va estructurando su narración a través del musical. Cuenta una historia sencilla, que abarca, entre otras, una temática tan urgente como la del bullyng. Ojos saltones, dientes torcidos, orejas grandes… todo es motivo de la burla en el Instituto de la Perfección.
Si algo nos queda bien claro de este relato, es el didactismo que impulsa respecto a aceptarnos en nuestras diferencias. A pesar de presentarse como una comedia, sin muchos gags ni chistes, gana más por las personalidades de sus personajes, y de una Mox que con simpatía acapara la cinta. Hace tiempo que la animación ha puesto el foco en la mirada adulta, pero Uglydolls está pensada para un público infantil que se divertirá mirando explosiones de colores y escuchando canciones pegadizas.