La fusión del hombre y el intérprete
El documental de Eduardo Calcagno sobre la figura de Ulises Dumont desentraña los principales trabajos de este versátil actor y cuenta con valiosos testimonios de Norman Briski, Gorostiza, Tito Cossa y Kartún, entre otros.
Ningún miope usa un solo par de lentes, flaco", le dice El Gato Funes al killer Mendizábal (Federico Luppi), su amigo de "la pesada", en una simpática escena de Últimos días de la víctima. Funes es Ulises Dumont (1937-2008) y a ese pasaje del film de Aristarain se le podrían sumar muchísimos otros donde el actor exhibió su versatilidad y aspecto camaleónico. Por eso Ulises, un alma desbordada, de una manera particular, es un bienvenido homenaje en imágenes a este intérprete multifacético del teatro y el cine que, a través de docenas de personajes, se convirtiera en un referente durante más de dos décadas. La apuesta del director Calcagno se centra casi exclusivamente en los cuatro protagónicos de Dumont bajo los órdenes del mismo cineasta. El inestable personaje de Los enemigos, la versión cinematográfica de Yepeto, el rol de peso en Te amo y el siniestro mutilador de películas de El censor, y también el estupendo papel en el gran mediometraje Nunca dejes de empujar Antonio (del mismo Calcagno), expresan al detalle la fusión actor-director. Pero Dumont, tal como se informa, fue un reconocido intérprete en las tablas, desde inicios de los 60 hasta encarnar a un acabado ejemplo de autoridad teatral en aquellas jornadas de Teatro Abierto, uno de los primeros lugares de resistencia frente a la dictadura. Los testimonios, por su parte, no son abundantes y esto ayuda para un mejor disfrute del trabajo de Calcagno. Sus familiares cercanos, las palabras de Norman Briski, la intervención de Esther Goris (quien participara en Los enemigos) y un encuentro de eminencias de la dramaturgia, donde se reúnen Carlos Gorostiza, Tito Cossa y Mauricio Kartun, resultan más que suficientes para desentrañar recuerdos e invocaciones sobre el actor. Calcagno, en ese sentido, y de acuerdo a sus decisiones, centró el interés en la fusión del hombre con el intérprete, en ese aspecto invisible donde confluyen lo público y lo privado, en el apasionado amor que Dumont tenía por su profesión y en un puñado de películas y testimonios que articulan un particular discurso que nunca necesita recurrir al golpe bajo y la lágrima fácil. Allí, Ulises, un alma desbordada, aclara el porqué del título y del propósito de este sentido documental sobre un actor único en su especie.