La sensación antes de ver “Últimas vacaciones en familia”, de Nicolás Teté la tuve presente desde el inicio de la proyección. Hace unos meses ví un exponente similar de Chile, “De jueves a domingo” de Dominga Sotomayor, que giraba sobre una familia con dos hijos pequeños que emprendían un último viaje antes de separarse. La idea era generar esa salida, en plan de “explicarles” la nueva situación a los chicos que terminaban quedando a la buena de Dios.
Sin embargo, terminada la experiencia, el recuerdo fue otro, el de la también reciente (vista en el último BAFICI y aún pendiente de estreno comercial) “Tanta Agua” del dúo uruguayo Ana Guevara y Leticia Jorge, en el que un padre divorciado hace tiempo, emprendía un viaje de escapada para reconectarse con sus dos hijos pre y adolescente. Eso me conectó con esta propuesta inmediatamente, por su abordaje desde un ángulo diferente. Es que en el film de Teté (íntegramente filmado en Merlo, San Luis), la familia parece estar separada entre sí desde hace rato, y solamente conservan las debidas apariencias, aunque si sienta que el tiempo que permanecerán unidos termina, inexorablemente.
Hablamos de los López Araujo que llegan a Merlo en plan vacacional, pero ya en las escasas imágenes iniciales del viaje de ida se presiente que el clima es entre impostado y tirante. Son los últimos días de Marcela y Arturo, mamá y papá, como pareja y matrimonio; cuando el viaje llegue a su fin, ya no compartirán más el hogar, nada, pero igual el viaje familiar se hace.
En el medio están Camila y Joaquín, los hijos adolescentes, que viven también situaciones que los atraviesan y afectan. Cada uno actúa por su lado, como partes independientes de algo que alguna vez estuvo unido pero que ahora existe separadamente; y sin embargo, cuando conviven (en esta suerte de despedida), hay un cierto ritmo interno, una extraña unión familiar que nos hace pensar en aquello de que cada grupo sostiene, su propia manera de regularse, única e individual.
Marcela es la encargada de mantener las apariencias, aunque no se sabe muy bien para qué/quién, probablemente para ella misma, actúa como si fuesen un grupo feliz y unido, una familia perfecta.
Arturo es casi la contracara, quiere terminar cuanto sea para continuar una nueva vida que, de algún modo, ya empezó tiempo antes del viaje. Los chicos también, se escapan, reniegan, y viven sus propios descubrimientos, dentro de una atmósfera sugestiva y bien estructurada. Nicolás Teté, también autor del guión,. maneja su historia desde varios planos, y el logro está en haber encontrado unidad entre ellos.
Cada emoción tiene su tiempo, y los vínculos se desgranan frente al espectador. El paso del tiempo va definiendo escenarios nuevos, impredecibles. Y esa emoción domina la escena. Es imposible filmar en Merlo y no caer en cierto regodeo visual paisajístico, el escenario termina siendo otro protagonista con una muy bella y armoniosa fotografía.
Las interpretaciones a cargo de Many Diaz, Luís Alvarez Moya, Naiara Awada, Camilo Cuello Vitale, y una participación de Nicolás Condito son dispares pero en el conjunto, correctas.
“Últimas vacaciones en familia" es como esos videos que uno filma durante un recorrido con sus seres queridos, la diferencia es que este, probablemente, sea la postal de despedida para un tiempo que ya no volverá.