En papel, la idea de un viaje épico estilo The Hangover pero con personajes entrados en edad debe haber funcionado de maravillas para los productores. Si a eso luego le sumamos el casting de cuatro estrellas ganadoras del Oscar en algún momento de sus vidas -con catorce nominaciones entre todos-, el combo parecía sumamente interesante y arrasador, teniendo en cuenta el auge que están teniendo por estos días las películas con personajes en la tercera edad. ¿Cual es el problema entonces de Last Vegas? Prometía desde su tagline que éste sería un viaje legendario y, más allá de las leyendas que son su cuarteto protagonista, el film está lejos de ser memorable, incluso cuando su elenco le entrega lo mejor de sí a estas costosas vacaciones en la Ciudad del Pecado.
Un moderno híbrido entre ¿Qué pasó ayer? y Stand by Me, cuatro amigos inseparables que se conocen desde pequeños reciben la noticia de que uno de ellos va a casarse -a estas alturas- y no se lo pensarán dos veces para reunirse como en los viejos tiempos y lanzarse a la aventura en la alocada ciudad. Cada uno de ellos recae en un estereotipo diferente: Michael Douglas es el mujeriego empedernido que finalmente ha sido cazado, mientras que la contra se la lleva un desgastado Robert De Niro, el cual todavía carga un problema de polleras desde hace años. Por otro lado, Morgan Freeman y Kevin Kline son dos viejos sobreprotegidos por sus familias, que encontrarán la oportunidad para salir de fiesta y descontrolarse sin que nadie los esté vigilando.
El director Jon Turteltaub presenta la historia tratando la amistad y la vejez como temas fundamentales, lo que hace que el humor adquiera cierto cariz dramático en algunos tramos. Hay puntos cómicos y escenas hilarantes -Freeman se roba cada una de ellas mientras está ebrio- pero la dirección y ritmo empleados no es tan alocada, sacrificando comicidad por entrañabilidad. Esto hace también que el público potencial aumente de rango, desde jóvenes hasta gente cercana a la edad de los protagonistas. Por el contrario, la trama escrita por Dan Fogelman no ofrece nada nuevo para considerarla atractiva, ya que los conflictos que arrastran los protagonistas, que ya de por sí suenan poco atrayentes, se resuelven de forma previsible y convencional. Se puede decir que el argumento no arriesga, se queda atado a sus propias limitaciones al revivir esquemas gastados y arquetipos ya vistos hasta el cansancio, pero no se puede decir que su elenco no salve las papas del fuego con sus interpretaciones, sintiéndose como una verdadera reunión de amigos que hace añares que no se ven y que sacan a relucir todas las aventuras compartidas.
El quid de Last Vegas está en simplemente dejarse llevar y disfrutar con el carisma que desprende el elenco y sus varias escenas relevantes. Pasando por alto la floja historia, la adecuada duración y la no repetición de chistes, la sonrisa complaciente del espectador es una constante para apreciar.