Una joven encuentra un Yeti pequeño en su terraza y comienza la aventura para ayudarlo a que vuelva a su hogar.
Yi llena sus horas de vacaciones de trabajos varios para ahorrar dinero y viajar por China a los lugares de los que le habló su padre (que ha muerto), pero también para alejarse de su casa y de la «atención» de su madre y de su abuela. Peng quiere recuperar ese tiempo en el que con ella y con su primo Jin, un joven que vive para sus redes sociales y el qué dirán, jugaban al básquet y compartían cosas.
Cuando la muchacha encuentre en la terraza de su edificio en Shangai, donde suele refugiarse, a este ser extraño a quien persigue un adinerado hombre mayor y su equipo de caza dirigido por una doctora que se dice conservacionista, los tres amigos vivirán una aventura inolvidable que les cambiará su vida y los llevará hasta el Everest.
La historia juega con el viaje exterior y el interior que llevarán adelante los protagonistas. Las enseñanzas y moralejas, como manual de autoayuda, están a la orden del día y se explicitan demasiado subestimando un poco al espectador.
El mismo guion, bastante descuidado en sus resoluciones, recurre a situaciones inverosímiles o directamente a la magia para resolver las cosas. Este “monstruo” encantador, que parece un cachorro en sus acciones y movimientos, y que enamorará a los pequeños, resulta lo más destacable para rescatar en esta historia que mezcla la aventura, la superación del duelo, la naturaleza, la música y la amistad, todo trabajado desde la pura fórmula. Y donde la coproducción obliga a la locación aunque los personajes (más allá de que les presten sus voces talentos orientales) portan rasgos bastante occidentalizados.
Por otra parte, resulta llamativo que dos estudios de animación se lancen a contar historias con el Yeti, pero es lo que ocurre en este momento en que tenemos Sr. Link y Un amigo abominable en carteleras.
Un amigo abominable (de los productores de Cómo entrenar a tu dragón) es una animación menor de DreamWorks y no por su calidad técnica sino por su construcción demasiado atada a las fórmulas. No pasa de simpática.