Una premisa muy conocida pero razonablemente ejecutada.
Al encontrar una fórmula que más o menos funciona, los estudios de cierto éxito se aferran a ella como si fuera la de la Coca Cola, aunque al final del día el producto no tenga el mismo gusto. Un Amigo Abominable presenta a un Dreamworks que no sale de su zona de confort, pero no por ello se entrega completamente a la suerte. No reinventa la pólvora pero la utiliza para entretener y emocionar.
Una receta precisa
La premisa de un chico/a que atraviesa una reciente tragedia personal, conoce a una criatura extraña, y con la ayuda de sus amigos la ayudará a volver a su casa, fue vista innumerables veces, siendo el paradigma de esta fórmula el E.T. de Steven Spielberg. Un Amigo Abominable logra -de forma bastante noble- sostener una narrativa interesante sin negar sus claras influencias. Esto se debe a que la cuestión de la soledad no está tan pronunciada: aquí el acento es puesto en temas como el aislamiento familiar, la vanidad, y particularmente el permitir demasiado que nos sensibilice la mirada de los otros.
El recurso de los poderes mágicos de la criatura titular consigue algunas escenas cautivantes (en particular aquellas en donde la música es un partícipe crucial), pero también debe decirse que no pocas veces bordea en una conveniencia que desafía los límites del verosímil, incluso en una propuesta de marcada fantasía.
Es necesario destacar que todos los personajes tienen un desarrollo por ínfima que sea su aparición en el metraje; y no es un desarrollo porque sí. Cada cambio que experimentan es un aporte hacia la resolución del conflicto. Es también una propuesta que juega con la percepción de lo que es el antagonismo, aunque cuando la percepción se vuelve definitivamente clara, es una resolución que no puede evitar sentirse como algo forzada.
Como en toda propuesta animada de Dreamworks, la comedia dice presente. En el caso de Un Amigo Abominable es más para aflojar la tensión que para producir genuinamente risas. Este detalle es solo un complemento a las sendas secuencias de acción que pueblan la película, las que si bien no dejan al borde del asiento, mantienen al espectador comprometido con la historia.
El aspecto visual está prolijamente trabajado no solo en obvias elecciones de color e iluminación, también en cuestiones como movimiento de cámara o composiciones de cuadro. En las persecuciones, la cámara y el montaje son ágiles como uno espera de escenas de esta naturaleza, mientras que en las escenas más emotivas la cámara es un poco más sutil en su movimiento, bordeando los sentimientos que se complementan con el paisaje. Esto se nota particularmente en detalles tales como encuadres ubicados detrás de la protagonista mientras contempla coómo deja atrás el mundo que conoce, o cuando la cámara arquea alrededor de ella mientras toca el violin arriba de un buda al que empiezan a brotarle flores.
Entre las voces podemos encontrar labores prácticamente irreconocibles de Eddie Izzardcomo el anciano multimillonario que busca a la criatura en cuestión, y a Sarah Paulson como la zoóloga que trabaja a sus órdenes. Todo esto, claro está, si el espectador puede ver la versión subtitulada.