Tras la muerte de su esposa, Cheng, cocinero profesional, viaja con su hijo a una aldea pequeña y remota de Finlandia para reunirse con un viejo amigo. La dueña del café del pueblo le ofrece alojamiento y, a cambio, el servicial Cheng la ayuda en labores culinarias, sorprendiendo a los lugareños con delicias autóctonas. El menú se expande más allá de lo excéntrico del sabor. Un drama gastronómico de extraña pareja a la vista se pone en marcha, lo bellos paisajes de Laponia sirven de marco al impensado encuentro cultural. Coproducción asiática y escandinava, la distancia aquí es solo geográfica. El lenguaje hablado, en las antípodas de una búsqueda industrial, es cine arte de la más fina cosecha, amparándose en rubros técnicos cuidadosamente elaborados. Mika Kaurismäki (hermano mayor del consagrado Aki Kaurismäki), director de “Divorcio a la Finlandesa” (2011) entre una media docena de obras notables, nos entrega una reconfortante historia a través de la cual el séptimo arte aquí practicado sabe mixturar, en su punto justo, comida, bebida, azares amorosos y segundas oportunidades.