Tras la muerte de su esposa, el chef Cheng viaja con su hijo pequeño a un pueblo remoto de Finlandia para conectarse con una vieja amistad finlandesa que conoció en Shanghai. Cuando las cosas no resultan como él esperaba, se ofrece como cocinero en un hotel del lugar, generando una verdadera revolución con sus sofisticados y sabrosos platos. Todo esto narrado al estilo del prolífico realizador finlandés Mika Kaurismäki.
Está claro que la película apunta con simpática y cálida alegría a congraciarse con las más sencillas fórmulas, pero el lugar donde transcurre la historia y sus personajes la vuelven más exótica y sorprendente que otros exponentes del mismo género ubicados en otros países. Un amable retrato de choque entre culturas con humor y emoción. Y, como corresponde a todo buen finlandés, algún tango en la banda de sonido.