Con tan sólo seis películas en más de quince años, Diego Musiak (Fotos del ama, Te besaré mañana, Cartas para Jenny) se hizo de un nombre dentro del cine argentino. A no confundir, no es que el hombre haya hecho una obra laureada, alabada; casi todo lo contrario, fácilmente puede ser “catalogado” como uno de los más controversiales directores de nuestro país (por lo menos en la actualidad), y si vieron alguna de sus películas reconocerán que son memorables en un sentido particular. Aún así no se puede dejar de reconocer que cuenta con un sello muy personal, de alguna manera es un cineasta que deja huella, y hasta podría llegar a entender que tenga algunos seguidores. Su último film, "Un amor de película" (estrenada internacionalmente como Hostia), es un claro de ejemplo de todo esto.
Para empezar el protagonista se llama Juan Perez (ehhhh), interpretado por el español Antonio Chamizo, es un director de cine con algunos problemas financieros (a pesar de que se lo nombra como exitoso); se encuentra en una partida de póquer que por supuesto pierde. El ganador es un productor con pinta (cliché) de chanta, mafioso, Bernardo, en la piel de Miguel Angel Rodríguez (que esta semana cumple un triste doblete en "Amor a mares") y como forma de pago le impone a nuestro ¿anti-héroe?: filmar un guión pésimo, con escasísimos recursos, y convertirlo en una película taquillera.
No se hable más, la puesta en marcha no tarda demasiado y prontamente Juan Pérez se encuentra filmando la película y lidiando con todos los inconvenientes posibles. Quienes rodean a esta sufrido personaje son, además del mafioso Bernardo, la amante de este, Maite (Luciana Salazar) que es impuesta como actriz al director, una actriz veterana en caída Jean Bombón (Geraldine Chaplin), y la ex novia de Perez Laura (María Grazia Cuccinota) a quien él quiere reconquistar. Todo estos les van a ir planteando inconvenientes al protagonista que parecerá (o nos quieren hacer creer) al borde de la locura.
La película juega en distintos ángulo, por un lado el obvio, el del film dentro del film y su detrás de escena (lo que la hace algo similar a The Last Shot con Matthew Broderick y Alec Baldwin); también la comedia romántica a cargo de Juan y Laura; y la comedia de enredos con gags de distinta resolución (todas con discutible resolución). Pero si algo tiene definido es el tono de disparate pretendido, de desparpajo, en donde todos los personajes hablan a los gritos.
Son tantos los desaciertos que se va sucediendo en el metraje que es imposible enumerarlos. Desde problemas de continuidad, un argumento demasiado simple y trillado, actuaciones sin brillo, problemas de iluminación, diálogos imposibles, desfasajes temporales, y el problema recurrente de toda co-producción con la mezcla inexplicable de acentos. El asunto es que en un momento esto comienza a jugarle a favor, y cuando uno ya se convenció de que lo que está viendo es muy malo, se relaja, y comienza a reírse de lo absurdo del conjunto, y ahí sí, es un divertimento tan involuntario como irresistible.
Lo mejor (lo único ciertamente positivo) que tiene la nueva obra de Musiak es ser consciente de su flaqueza, se hace fuerte en el ridiculo y hasta saca provecho de tomarse nunca en serio.
"Un amor de película" es un película rara, extraña para definir, si dijera directamente que es su resultado es pobre estaría en lo correcto, pero también que busca burlarse de serlo. Luego de sus otras obras, Musiak pareciera gritarle a todos (críticos y espectador) que poco le importa hacer un film considerado bueno, y por ende busca a propósito una “fealdad” adrede.
Vuelvo al principio, no me extrañaría que este director tenga seguidores de toda su obra, hay artistas que extrañamente se destacan por lo rudimentario y bizarro de sus creaciones (por ejemplo, Jorge Polaco lo es). "Un amor de película" es un film a dejar pasar por la casi totalidad de los espectadores, pero al que le auguro, en un futuro no muy lejano, un destino de film de culto; esperen y verán!!!