Entre risas y lágrimas
Una historia de amor, atravesada por la tecnología y en tiempos de redes sociales, es la elegida por Martín Bossi para su primer protagónico en cine. El imitador, de una versatilidad ya demostrada en la pantalla chica y en el teatro, asume un papel que le exige una mayor entrega.
Juan es un comediante del under que da clases de stand up hasta que descubre a una de sus alumnas, Guadalupe (María Zamarbide), una atractiva ejecutiva y representante de uno de los buscadores de internet más importantes a nivel mundial. Los mundos del bohemio de San Telmo y el de la joven que se siente una perdedora en el terreno de la comicidad, se juntan en esta historia que navega de manera imprecisa entre la comedia costumbrista (los amigos de Juan parecen salidos de un circo) y el drama exagerado que pasa de las risas a las lágrimas con extrema facilidad.
Da la sensación de que varias manos se pusieron a trabajar en Un amor en los tiempos de selfies (figuran los directores Emilio Tamer, responsable del espectáculo de Bossi, y Federico Finkielstain, de No te enamores de mì) sin encontrar un mismo rumbo ni el tono adecuado. El film acumula situaciones sin gracia- y poco probables- y suma los cameos de Graciela Borges, Carlitos Balá, Ari Paluch y de los productores televisivos Chato Prada y Federico Hoppe. ¿Hacía falta tanto?.
La pareja que entra en crisis y se transforma en el negocio mediático del momento se desarrolla entre discusiones y reacciones absurdas que se dan en medio de un clima que debería ser más festivo y menos dramático. La escena de los mensajes que sobrevuelan la ciudad es la más lograda dentro de un relato que se encamina hacia una suerte de limbo.