Rachel es una atractiva y soltera oficinista de 25 años. Phillipe es un atractivo joven parisino, que trabaja temporalmente de traductor en una base norteamericana allí, en Chatearoux.
Son los años ’50. Rachel queda encandilada con la personalidad carismática y sofisticada del joven políglota, descendiente de una familia de médicos. Se conocen, se atraen, se gustan y tienen un amorío donde Rachel deposita más expectativas de lo que Phillipe aspira. El parisino le resulta un hombre atractivo físicamente y un desafío intelectual, más allá de su mundillo de chica simple y un tanto pueblerina de Chatearoux.
Salen, se divierten, se exploran, hablan. Mucho, sobre todo Phillipe. Le dice que volverá a París. Le dice “… siempre fuí franco contigo, nada te prometí…”, “… si hubieras sido rica sería diferente..”. Un encanto de muchacho. Deja a Rachel, se va a París, la deja triste, sola y …. embarazada. Touché.
La atractiva y embarazada oficinista parirá y criará sola a su hija Chantal. Aceptará las esporádicas visitas de amante de Phillipe. Con el paso de los años el parisino entablará una distante pero cada vez más fuerte relación con su hija. Rachel le pide a Phillipe que reconozca a su hija formalmente, que le de su apellido pero sólo recibe irresponsables negativas.
Madre e hija se mudan a Reims. Un nuevo trabajo, nuevas relaciones, fluctuaciones en la relación con Chantal ya en su adolescencia. Phillipe afirma la relación con su hija, la lleva de paseo, termina reconociéndola y dándole su apellido, apoya económicamente su crianza y… El paso del tiempo alejará a los tres protagonistas y una cruel verdad, un secreto, un tabú forzado, se develará como una tormenta con sus reclamos, su confusión, su angustia y desazón.
Pero la vida continúa, inexorable, y con ella intentar comprenderse y restañar heridas con un poco de tierna compasión.
El film tiene una cuidada realización, un guión afiatado y buenas actuaciones. La narración está organizada por la voz en off de Chantal, que es la que cuenta la historia. Tal vez la utilización en menor medida de ese recurso hubiera redundado en beneficio de la película.
Catherine Corsini dirige con recursos narrativos clásicos y con una dirección de actores tan efectiva como sutil. El trabajo de Virginie Efira (como Rachel) es delicado y logra empatizar con el espectador.