El lugar es el norte de Colombia, donde se asienta la comunidad “wayuu”, en la península de la Guajira, de ancestrales costumbres y rígidos rituales. Los años 60′ a los 80′ es el tiempo de la narración. En los 60′ es cuando en la juventud norteamericana se desarrolla a pleno la cultura hippie, de desapego por el consumo, distante del “american way of life” y consumidora de la marihuana. El film da cuenta del origen del narcotráfico en Colombia, del modo en que los agricultores mutan su cultivo a esta hierba que les brinda astronómicas ganancias. Y con ello, un inevitable cambio en las costumbres, las maneras del intercambio y, obviamente, la modificación del concepto de pertenencia y las relaciones de poder. La adolescente Zaida da término a su encierro de un año, rito iniciático que todas las niñas wayuu deben cumplir, para superar el umbral y convertirse en aptas para el matrimonio y la procreación. En la fiesta de culminación del rito, un joven llamado Rapayet, también wayuu pero de otro clan, pide su mano. Se le impone una dote prohibitiva, Rapayet es un wayuu con excesivo contacto con los “alijunas” (blancos, negros, mestizos, en suma: los otros). La holgura de la dote tiene como fin desalentar a Rapayet, pero no resulta. El joven encuentra en el comercio de la marimba (marihuana), en pequeñas cantidades al principio, la forma de hacerse con Zaida. Pero…. ¿cómo controlar la ambición propia cuando el dinero fluye a raudales? ¿Cómo controlar la ambición ajena? Y como en todos los territorios donde el narcotráfico impone su presencia, donde los ríos de dinero corren casi al alcance de la mano, donde las armas son como golosinas y las voluntades tienen precio, donde el miedo disciplina y el poder corrompe… nada queda inmaculado. El clan de Zaida y el de Rapayet, los ancestrales wayuu, nada pueden contra fuerzas muy superiores y todo deriva en una bacanal de sangre. Contada en clave de western y con una estructura en actos (como un drama shakesperiano), hablada en el dialecto wayuu, con un cuidado tratamiento estético y narrativo para no caer en el pintoresquismo, ni que lo antropológico ahogue la fábula, el film fluctúa en las aguas del realismo y del sueño. Ese realismo mágico que floreció con Rulfo, con Vargas Llosa, Carpentier. Y con el colombiano García Márquez. Mundos que se inspiran en lo real maravilloso, tal la cosmovisión wayuu: centrípeta, evocativa, mágica. La realización es prolijamente rigurosa, con un desarrollo dramático clásico y una edición que mantiene el ritmo in crescendo hasta la catarsis final. Una película para disfrutar estéticamente y comprender los dispositivos que afectan el desarrollo constantemente truncado de estas tierras. Como si Latinoamérica fuera una suerte de Helena de Troya, cuya hermosura desmesurada fuera un designio, también una maldición. ELENCO: Carmiña Martínez, José Acosta, Natalia Reyes, Jhon Narváez, Greder Meza, José Cote, Juan Martínez MÚSICA: Leonardo Heiblum FOTOGRAFÍA: David Gallego GUIÓN: Camila Arias, Jacques Toulemonde DIRECCIÓN: Ciro Guerra, Cristina Gallego ORIGEN: Colombia / 2018
Anna se predispone a pasar sus vacaciones con sus eclécticos parientes, en la bucólica casona familiar en la Costa Azul, donde ha pasado tantos veranos. Pero antes debe solucionar un par de problemitas, a saber: la solicitud de fondos para producir su nueva película. Anna es directora de cine y expone ante una desorientada comisión que debe decidir si aprueba o no, producir la nueva película. Y la comisión no entiende de qué va la cosa. Danger. Otro asuntillo: su pareja le informa a último momento que no irá de vacaciones con ella, porque se enamoró de otra mujer, a más datos, jóven y modelo. Houston, estamos en problemas… Todo en el relajado tono de esta comedia francesa. Anna pues, ya instalada en la vieja casona, pasa sus días con su pequeña hija y su rica y decadente familia. Disfuncional parentela, pero qué importancia tiene eso si el dinero mueve al mundo… Como coro, las peripecias del personal de servicio: sus afanes, sus aspiraciones, sus amores, también sus contradicciones, tal le sucede a los irreverentes parientes ricos. Lo que en unos es melancolía en otros es bronca, resignación y esperanza. Se impone en el relato un tono chejoviano de finitud y ansia, agostado y rancio, pero también con cierta belleza de canto de cisne, de un sentido que se difumina en una bruma que mixtura lo que ya fue, con lo que vendrá. Película de estados, su narrativa se extravía en situaciones anodinas pero que pueden derivar en pequeños hallazgos sublimes, responsabilidad ésta de la capacidad histriónica de sus protagonistas. ELENCO: Valeria Bruni Tedeschi, Valeria Golino, Riccardo Scamarcio, Pierre Arditi, Noémie Lvovsky, Yolande Moreau, Vincent Pérez MÚSICA: Paolo Buonvino FOTOGRAFÍA: Jeanne Lapoirie GUIÓN: Valeria Bruni Tedeschi, Caroline Deruas-Garrel, Noémie Lvovsky, Agnés de Sacy DIRECCIÓN: Valeria Bruni Tedeschi ORIGEN: Francia (2018)
Alain Wapler es un CEO, gerente de una compañia automotriz de las más importantes de Francia. Es un perfeccionista, un obsesivo del trabajo y está totalmente abocado a la presentación internacional de un nuevo prototipo de la firma. Y como todo obseso hasta el hartazgo, posterga (y postergó siempre) familia, relaciones, amistades, etc. Fiel a sí mismo, no iba a dejar de lado postergar la suya propia. Alain muestra algunos signos de deterioro en su salud: parálisis temporal en un brazo, alguna caída sin explicación, síntomas de dislexia. Hasta que en su derrotero de soberbias varias, multiocupación, desdén hacia el otro (sus empleados, su hija), tropieza con un …. ACV. Touché. Es entonces que su vida llega a una meseta inesperada: queda con secuelas neurológicas que afectan su habla, su orientación, entre otras. Y aunque es reversible buena parte de lo perdido, la recuperación llevará tiempo. Y el tiempo es tirano (hay que desconfiar siempre de quien te dice esta frase). Ahora Alain ya no resulta tan “útil”, tan “eficaz”. Pues Alain es descartable. Y lo hacen con él, como él lo hizo con tantos. La empresa a la cual dedicó gran parte de su tiempo vital lo despide, pierde sus privilegios, lo apartan. Capitalismo puro y duro, que le dicen. Es entonces que Alain encuentra en su entorno, en los lazos afectivos con su única hija Julia y en la relación que entabla con la terapeuta de su recuperación, la fonoaudióloga Jeanne, las conexiones afectivas que hace rato desconocía. Jeanne a su vez es una chica adoptada, con unos padres cariñosos y que busca su origen. Un desafío, una aventura: Alain encara la empresa de realizar el Camino de Santiago, ese recorrido de varios días que moviliza a miles de personas. Lo hace primero solo y luego acompañado por Julia, como un viaje iniciático y restaurador, un nuevo comienzo. Correctas actuaciones y una realización prolija para un film con una narrativa clara pero sin la empatía que hubiese posibilitado una profundización del relato.
Mario es padre de dos hijas adolescentes. Su mujer se fue de la casa familiar para tomar distancia y reflexionar. Crisis de pareja que le dicen… Mario, trabajador estatal, oficinista, se inscribe en un taller de teatro, para distraerse de su aflicción. Aún ama a su mujer, él no tiene conflictos con eso, ni dudas, no entiende qué pasó, qué sucedió con su vida ordenada de padre de familia, de esposo, de hombre sencillo, con necesidades sencillas, sin vuelo tal vez, pero con la seguridad de un trabajo, una casa, una familia. El alejamiento de su mujer (¿la huída?) le duele y lo desubica, los conflictos con Niki y Frida, sus hijas, lo confunden y no puede, no sabe cómo resolverlos. Niki tiene 17 años, sabe lo que quiere y cómo lo quiere (sabiduría que Mario agradece y se apoya) y Frida, de 14 años, está en las antípodas de su hermana. Su tiempo es el despertar sexual (cuya elección confunde aún más a su padre) y el de la rebeldía a flor de piel. El film explora las relaciones anclado en ese tiempo, el del duelo de una pareja que se disuelve y muta a otra experiencia. Tiempo doloroso, de incertidumbres de toda especie, de pérdidas y también de descubrimientos. Tiempo de barajar y dar de nuevo, perdonar y perdonarse, llorar porque es necesario y de permitirse otra oportunidad, porque la vida, como un río, fluye… Mario encuentra a través de sus compañeros del taller de teatro la catarsis necesaria que lo ayude a reconstruirse, como individuo, como padre, como la persona sensible que es. El film de Claire Burger es intimista y está realizado con recursos clásicos. Las actuaciones son uno de los puntos altos de la película, destacándose la de las niñas interpretadas por Sarah Henochsberg y Justine Lacroix.
Rachel es una atractiva y soltera oficinista de 25 años. Phillipe es un atractivo joven parisino, que trabaja temporalmente de traductor en una base norteamericana allí, en Chatearoux. Son los años ’50. Rachel queda encandilada con la personalidad carismática y sofisticada del joven políglota, descendiente de una familia de médicos. Se conocen, se atraen, se gustan y tienen un amorío donde Rachel deposita más expectativas de lo que Phillipe aspira. El parisino le resulta un hombre atractivo físicamente y un desafío intelectual, más allá de su mundillo de chica simple y un tanto pueblerina de Chatearoux. Salen, se divierten, se exploran, hablan. Mucho, sobre todo Phillipe. Le dice que volverá a París. Le dice “… siempre fuí franco contigo, nada te prometí…”, “… si hubieras sido rica sería diferente..”. Un encanto de muchacho. Deja a Rachel, se va a París, la deja triste, sola y …. embarazada. Touché. La atractiva y embarazada oficinista parirá y criará sola a su hija Chantal. Aceptará las esporádicas visitas de amante de Phillipe. Con el paso de los años el parisino entablará una distante pero cada vez más fuerte relación con su hija. Rachel le pide a Phillipe que reconozca a su hija formalmente, que le de su apellido pero sólo recibe irresponsables negativas. Madre e hija se mudan a Reims. Un nuevo trabajo, nuevas relaciones, fluctuaciones en la relación con Chantal ya en su adolescencia. Phillipe afirma la relación con su hija, la lleva de paseo, termina reconociéndola y dándole su apellido, apoya económicamente su crianza y… El paso del tiempo alejará a los tres protagonistas y una cruel verdad, un secreto, un tabú forzado, se develará como una tormenta con sus reclamos, su confusión, su angustia y desazón. Pero la vida continúa, inexorable, y con ella intentar comprenderse y restañar heridas con un poco de tierna compasión. El film tiene una cuidada realización, un guión afiatado y buenas actuaciones. La narración está organizada por la voz en off de Chantal, que es la que cuenta la historia. Tal vez la utilización en menor medida de ese recurso hubiera redundado en beneficio de la película. Catherine Corsini dirige con recursos narrativos clásicos y con una dirección de actores tan efectiva como sutil. El trabajo de Virginie Efira (como Rachel) es delicado y logra empatizar con el espectador.
Laura asiste a los últimos momentos de vida de Fredo, su padre del corazón, postrado en la cama de una clínica. Ya no hay nada por hacer. Entre las pertenencias de Fredo hay una carta dirigida a ella. En esa carta, Laura encuentra un secreto. Y un recuerdo. El de un viaje que ambos hicieron juntos a España, más precisamente al País Vasco. Viaje que ambos realizaron por diferentes motivos. Laura, porque recibe una llamada donde le informan que hallaron un cuerpo enterrado en un bosque, que ese cuerpo tenía un orificio de bala y que ese era su padre biológico, Félix, aquel que creían las había abandonado a su madre y a ella hace ya varios años. Félix fue asesinado. Fredo viaja para cumplir una promesa: la de enterrar las cenizas de la madre de Laura en la tierra que la vio nacer. Entonces todo cambia en el pasado de Laura que de alguna manera se vuelve presente, en el contacto con los hermanos de su padre, en los lugares que alguna vez Félix recorrió. Laura vino a la Argentina siendo una pequeña, la trajo su madre tratando de alejarse de la vergüenza y también, de la pobreza, allí en su pueblo natal. Y ahora regresa para saber quÉ pasó y lo que encuentra es un entramado de suspicacias familiares, pueblerinas, y de la política de entonces, aquella que enfrentaba a la dictadura de franco con una ETA en desarrollo. Reciben el apoyo de Javier, un agente de seguros gentil e interesado en Laura, conocedor del territorio y de su gente. Laura descubrirá que lo sucedido fue muy distinto a lo que ella conocía, se amigará con la memoria de su padre y también descubrirá el amor. El film está construido con eficacia de recursos narrativos y en clave de policial, con buenas actuaciones y una fotografía que da protagonismo a un ambiente umbrío en ese pueblito del País Vasco.
Biopic del mundillo del rock de principios de los ’80, en la entonces URSS. La primera secuencia muestra a unas chicas colándose a un recital de rock under, en un viejo edificio de Leningrado. La estrella de esa movida es Mike y por muchos motivos el recital es controlado por las autoridades: desde su permiso (solo pueden concretarlo los grupos que son autorizados), la revisión y censura sobre sus letras, el control de la manifestación del público (deben comportarse como si asistieran a un espectáculo de música clásica). Todo es auscultado por un poder contrariado por la cultura rock, pero que no puede detener lo indetenible: la explosiva y revulsiva aparición en el imaginario de los jóvenes de los ’60 y ’70 del fenómeno del rock. Los Beatles, los Rolling Stones, Bob Dylan, David Bowie, Lou Reed, The Doors, golpean las puertas del cielo soviético y lo sacuden de modo sutil y más profundamente que las ojivas norteamericanas. ¿Es que se puede tapar el sol con las manos? ¿Es posible ejercer un control social con el presupuesto de un hombre mejor, cortándole las alas a su libertad? Este postulado está implícito y corre como savia por las entrañas de esta biopic rockera. Un triángulo amorosamente naif entre Mike, la estrella ya instalada y reverenciada, su bella mujer Natasha y Víktor, una joven promesa en ascenso. Este enamoramiento tiñe las relaciones entre los tres, las cobija y enrarece. Mike reconoce el talento que ya se insinúa en Viktor y decide promover sus canciones, lo ayuda a concretar grabaciones y recitales. Al revés del comportamiento habitual en estos casos, Mike actúa como un protector de todos: de Viktor, de Natasha, del grupo que los acompaña a todas partes. La secuencia de la playa, cuando los tres se ven por primera vez, cuando Víktor y su amigo son aceptados por el grupo de Mike, es sintomática de lo que vendrá: en medio del juego, la bebida, la música siempre presente, el amor acariciará a este trío, también a veces rasguñará sus corazones. Filmada en un impecable blanco y negro, con unos planos secuencia de cuidadosa factura, con canciones integradas al relato y realizadas con estética de videoclip de los ’80, la película no decae en su ritmo narrativo manteniendo siempre un elaborado concepto en su dirección de arte. LETO (Verano) es una mirada tierna, melancólica y muy bien contada de los inicios de la cultura rock en los finales de la dictadura soviética. El tiempo va ubicando todo en su divina proporción y los contestatarios no cambiaron mucho, ni la utopía comunista era puro error. Eso sí: la libertad es un bien. El hombre en cualquier tiempo y lugar luchará por ella. Y la juventud es… un divino tesoro.