Que no los engañe su título. Un amor imposible comienza, sí, con un idílico amor pasional entre Rachel (Virginie Egira) y Phillipe (Niels Scheider) pero a lo largo de sus 135 minutos se trastoca en una saga intergeneracional que arroja a un torbellino dramático a los protagonistas. No es una película azucarada sino que está plantada en un realismo absoluto, que a veces resulta difícil de tragar por las revelaciones dolorosas que les espera en el camino a los personajes, pero no por ello deja de ser menos interesante con la carga social de los temas que aborda.