Basada en una elogiada novela, Un amor imposible es un dramón de los que se desarrollan a lo largo de una vida, a través del tiempo. La vida de Rachel (Virginie Efira), una mujer guapa y simple, de pueblo, trabajadora, que conoce y se enamora de un chico sofisticado, burgués e intelectual. La relación es intensa, apasionada, hasta que ella se queda embarazada y nace su hija, Chantal, y él desaparece. Por cuestiones de clase, por desconfianza, y acaso también por misteriosos motivos que ni la protagonista ni nosotros alcanzamos a saber, el hombre se niega, a la distancia, a reconocerla. Pero Rachel es una mujer empeñada en ser feliz, y la cría como madre soltera, aunque no renuncia, casi obsesivamente, a lograr que algún día la reconozca. Son los años cincuenta, en la Francia interna, y quiere evitarle el bochorno de que su documento diga padre desconocido.
La directora relata el devenir de estos tres personajes a través de las décadas. Con encuentros esporádicos de lo que por momentos esboza una imagen parecida a la de una familia. A medida que el tiempo pasa y la hija de convierte en una mujer. Con una puesta sobria, Corsini usa el fuera de campo con sutileza y elegancia. Y la dureza de ciertas situaciones, si bien cargan aún más peso y densidad al largo drama, puede digerirse como parte del todo. La crónica de una mujer enamorada de un hombre malo, afecta a la humillación. Intensa, atrapante, y con una estupenda interpretación de su protagonista.