Un melodrama duro, un drama familiar y la manipulación de un hombre hacia una mujer son el telón de fondo de este sentido relato dirigido por Catherine Corsini (“Tiempo de revelaciones”). Pocos directores/as tienen la sensibilidad necesaria para retratar la vida de sus personajes a través del tiempo mostrando las diferentes vicisitudes que van atravesando a lo largo de sus existencias. Algo que es clásico de realizadores orientales como Xiaoshuai Wang, que lo mostró en su último largometraje “So Long My Son” (2019) o Jia o Zhangke en varios de sus films y teniendo como último antecedente el de “Ash Is The Purest White” (2018). En el cine occidental es más raro ver este grado de compasión al presentar las vivencias de los personajes pero la realizadora francesa no tiene nada que envidiarle a aquellas obras con la propuesta que aquí nos convoca.
El largometraje se sitúa al final de los años 50, en Châteauroux, donde Rachel (Virginie Efira), modesta oficinista, conoce a Philippe (Niels Schneider), brillante joven proveniente de una familia burguesa. De esta relación breve pero pasional nacerá una niña, Chantal. Philippe se niega a casarse fuera de su clase social por lo que decide abandonar a la mujer y a su propia hija. Rachel deberá criar a la pequeña ella sola. Poco importa, porque Chantal es su mayor alegría, y es por ella que lucha por conseguir que, a pesar de ser un padre ausente, Philippe le dé, al menos, su apellido a su hija. Una batalla que durará más de diez años y que acabará por quebrar las vidas de Rachel y de Chantal.
El guion escrito por la directora junto a Laurette Polmanss, que adapta la novela de Christine Angot, propone un viaje sensible que se toma su tiempo para desarrollar las psicologías de sus personajes haciendo que por momentos el film se sienta un tanto extenso pero intrigante y motivador. El realismo con el que se describe a Philippe como un perverso manipulador no hace más que acrecentar el sentimiento de angustia y desolación que transita la protagonista como madre soltera. No solo la cinta denuncia el machismo imperante de los hombres de la época sino también un montón de transgresiones impunes como el abandono de la familia y hasta ciertos tipos de abuso tanto físicos como psicológicos.
Lo que fue clave para que la cinta se sostenga es la soberbia interpretación de Efira que le pone el cuerpo a esta mujer fuerte que intenta salir adelante más allá de cualquier adversidad. Un tour de forcé para la actriz que se vio reflejado en ese período ficcional de 10 años donde tiene que lidiar tanto con su ex pareja como con una hija que va creciendo e independizándose. Schneider tampoco se queda atrás con su parco y arisco personaje que se contrapone con la protagonista.
Una historia bella y triste con varios altibajos como la vida misma. Un sentido melodrama que sirve como buen reflejo de la década de los ’50 y que se ve motivado de una forma más realista que tantos otros productos norteamericanos del estilo. Un relato que pone en evidencia las relaciones familiares toxicas y sus repercusiones.
El film se beneficia de una sobria puesta en escena, de un diseño de producción bastante atractivo y de una fotografía destacada como producto del ojo sensible de Jeanne Lapoirie (“120 Battements par minute”).
“Un Amor Imposible” es una película atractiva y sensible, más allá de resultar un poco repetitiva y pesada en ciertos pasajes, además de resultar ser un gran vehículo para Virginie Efira (a quien próximamente veremos en la nueva película de Paul Verhoeven) como actriz. Un film sincero y desgarradoramente bello que no dejará indiferente al espectador.