Paula Hernández hace unos años nos sorprendió con su excelente ópera prima “Herencia” (2001), en ella se contaba una interesante historia y se veía el comienzo de una gran carrera. En su segundo opus, “Familia Lugones” (2007), demostró que los documentales cuando se saben hacer no resultan para nada aburridos. Sin embargo, con “Lluvia” (2008) la historia no estaba a la altura de su debut y se diluía.
En su nueva realización, “Un amor”, hay una historia bien contada, bien actuada, pero también se va diluyendo a medida que avanzan los metrajes.
La historia transcurre durante unas vacaciones en un pueblo casi fantasma donde la calle principal, el río y un balneario, son los refugios de aquellos adolescentes setentistas. Lalo y Bruno son adolescentes. Dos adolescentes haciendo nada en medio de la nada, pero en una tarde húmeda, y sin pedir permiso, llega Lisa, arrasando con la monotonía del pueblo. Hasta ese momento, ni Lalo ni Bruno habían visto nada igual. Treinta años más tarde, lejos de esa inocencia engañosa, propia de la adolescencia, Lisa vuelve a irrumpir en esas dos vidas, ahora ya adultas, con la misma impronta que a los catorce, produciendo un temor nuevo e inmanejable, aunque teñido por la huella que el tiempo deja en cada uno de los seres vivos.
No obstante es una película para ver y disfrutar de las actuaciones de Elena Roger (es su debut en la pantalla grande), Diego Peretti y de Luis Ziembroski.
“Un amor” quizás sea para Paula Hernández un peldaño más que la lleve a estar entre las mejores directoras del cine argentino.