Las cuatro estaciones
Mike Leigh reúne a actores amigos en esta comedia, una observación perspicaz del ser humano.
Las películas de Mike Leigh suelen ser observaciones –refinadas, humorísticas, perspicaces- sobre el comportamiento humano. Las tramas podrán variar, pero lo que prevalece es esa mirada que curiosea sobre los personajes, sin juzgarlos como en El secreto de Vera Drake , hagan lo que hagan.
Para Un año más el director de Secretos y mentiras reunió a buena parte de los actores con los que acostumbra filmar –y elaborar el guión, ya que es sabido que como tal es una construcción que va naciendo de charlas y ensayos antes del rodaje, como le gusta trabajar a Leigh-. Por una cuestión lógica, todos rondan los 60 años, y sus personajes afrontan los miedos que natural y sensatamente deben batallar: el futuro, la soledad, la rutina matrimonial, más el amor, la amistad.
En el centro están Tom y Gerri. Sí, ellos ya están habituados al gastado chiste (por aquello de que sus nombres suenan a Tom y Jerry), reciben en su hogar a varias almas desveladas, y a su hijo Joe. La película se divide en las cuatro estaciones del año, comenzando con la primavera, y en cada una de ellas se irán asentando las relaciones a los ojos del espectador. Tom es ingeniero geólogo y Gerri, asistente social. Típico hogar de clase media como le gusta a Leigh, son sus amigos quienes llevan sus problemas. Mary está desesperadamente sola; Ken, también. Y si en las películas de Chabrol siempre había un cafecito a mano, aquí no hay quien no tenga una copa (de más) a su alcance.
Edificada a partir de una puesta bastante teatral, ya que las acciones transcurren prácticamente en la casa y el jardín de la pareja británica que componen Jim Broadbent y Ruth Sheen, abunda la charla. Leigh pone la cámara y refleja los diálogos. Casi no hay cortes, ni abruptos ni de los otros, en cada escena. El público debe sentirse partícipe de lo que ocurre.
“La vida no siempre es amable”, resume Gerri ante Mary. Es llamativo que lo diga ella, ya que su vida parece marchar sobre ruedas, pero es así, una suerte de consejera solidaria ante su compañera de trabajo, quien, interpretada por Lesley Manville, es el personaje que se roba la atención. Vean cómo se muestra más desamparada cuanto más trata de ocultar su soledad, en una actuación notable.
“Si no me doy un gusto, ¿quién me lo va a dar?”, se afirma en su pregunta Mary, que coquetea con Joe, el hijo de 30 años de su amiga. De algo de eso trata Un año más . De las pesadillas de unos, de los temores de otros, los rechazos y la terrible necesidad de afecto que llevan cada uno de ellos bordada en la piel.
Como curiosidad: hay varias referencias a la Argentina: Mary lleva un vino a Tom, quien lee en la etiqueta “Buenos Aires”, seguramente más fácil de identificar como región argentina que Mendoza...