Tiene nominaciones y parte de una historia real. Quiere conmover y es un poco sensiblero. Se propone como ejemplo de amor filial pero es manipuladora. Aborda, eso sí, una historia tocante: 1986; Saroo, un niño de cinco años, accidentalmente queda atrapado en un tren sin pasajeros que lo lleva a lo largo de 2.000 kilómetros desde su pueblito rural hasta las riesgosas calles de Calcuta. El nene queda solito y perderá todo contacto con su madre y su hermano mayor. ¿Cómo sobrevivir en medio de una ciudad tan enorme y peligrosa? El film se divide en dos partes: la primera muestra las sufrientes andanzas de Saroo, siempre escapando y siempre solo. Una odisea que termina bien cuando es adoptado por una buena familia australiana. La segunda parte, veinte años después, recoge el trajinar del incansable Saroo, ya convertido en estudiante exitoso y en hijo ejemplar. Quiere encontrar su madre y su pueblo. Hacer de vuelta un viaje hacia su identidad y su familia. Film encomiable pero convencional, que pocas veces logra ir más allá del mensaje edificante y de lo políticamente correcto. Por supuesto todo empieza mal -una fórmula muy usada en el cine- y termina bien. Pero no suena verdadero: está lleno de contrariedades, pero poblado de gente buena. Y se propone como un emotivo canto a la tenacidad y al amor que nos enseña a no desfallecer y a no olvidar. Saroo necesita volver, porque aquella infancia no lo deja crecer tranquilo.