Son los años ochenta y en una región muy pobre de la India dos hermanos suben a trenes cargueros para robar carbón, que luego venden para comprar leche y así aportar algo al carenciado hogar. En una de las aventuras, el más pequeño, Saroo, se pierde, sube a un tren que de golpe arranca y termina en Calcuta, a miles de kilómetros de su aldea, de la cual ni siquiera recuerda el nombre. Saroo habla hindi, un dialecto distinto al bengalí con que se comunican los habitantes de la gran ciudad. El pequeño Sunny Pawar, con sus ojos desorbitados, tan perdidos como compradores, refleja esta temprana odisea de Saroo, que pocos años después será rescatado de un hogar infantil por una pareja de australianos; de ellos, el chicorecibió el apellido Brierley, y ya adulto, como Saroo Brierley, publicó sus memorias A Long Way Home, que la compañía Weinstein adaptó en el presente biopic.
Lo que narra Un camino a casa es demasiado increíble para ser verdad, y ese es el anzuelo del film. No sólo porque Saroo debió atravesar las mil y una antes de ser rescatado por los Brierley (magníficamente interpretados por Nicole Kidman y David Wenham), sino porque, ya instalado en el primer mundo, con un buen trabajo, una buena familia y una linda novia (interpretada por Rooney Mara), se dedicó obsesivamente a rastrear el punto de inflexión de su pérdida, veinte años atrás en una estación de tren, sólo con sus recuerdos y Google Earth como herramientas. Es otro largo calvario, para él y sus seres queridos, pero Saroo apuesta a reencontrarse con su familia biológica.
Y sin embargo, este costado afectivo, si bien esencial en la vida de Saroo y para las expectativas del público, es el menos interesante desde el punto de vista cinematográfico. Dev Patel lleva adelante con presteza el rol del Saroo adulto, desde su relación con los Brierley hasta su obsesión con la geografía del Google Earth para encontrar a su familia biológica, pero lo más jugoso está en la dirección de cámara de Greig Fraser (conocido por sus trabajos en Zero DarkThirty y Foxcatcher), situando la perspectiva del espectador a la altura del pequeño Saroo, perdido en las calles de Calcuta, y en las imágenes escogidas del director Garth Davis, tanto en sus paneos rurales como en las tomas nocturnas de las estaciones de tren, que reflejan lapérdida y la nostalgia del protagonista.
Un camino a casa es emotiva, sin golpes bajos, y consigue una buena atmósfera: suficiente para alzarse con alguno de los 6 premios Oscar para los que fue nominada.