Nominada al Oscar. La historia de Saroo, un niño que se pierde en India y después de meses en las calles es adoptado por una amorosa familia australiana. Pero a esa primera parte, angustiante y bella, con el pequeño actor Sunny Pawar robándose la escena, le sigue una segunda, con Saroo adulto, interpretado con sensibilidad por Dev Patel, que es más convencional, maniquea y previsible (y auspiciada por Google Earth). También, con algunos agujeros narrativos que desinflan el relato y le quitan fuerza. De todas formas, hay que ser de piedra para no conmoverse con este drama humano contemporáneo, tan impactante que ni necesitaba los empujones sentimentales de esta película.