En esta temporada de premios hay un buen puñado de películas que pueden llegar a tocar fibras íntimas del espectador y conmoverlo. Desde los golpes bajos de Luz de luna o la ternura (trágica) de Un monstro viene a verme, entre otros títulos de los cuales ya he escrito y otros sobre los que escribiré en las próximas semanas.
Pero Un camino a casa tiene algo enorme para destacar y no es que se trata sobre una historia real, sino lo auténtica que se siente y como te hace conectar con su protagonista pese a las grandes distancias (reales y metafóricas) que nos separan de él.
Si bien dirigió bastante televisión y un documental, ésta es la ópera prima de ficción de Garth Davis. Por lo cual merece unos cuantos elogios.
El director construye muy bien los climas y ejecuta a la perfección un guión bien cargado de sentimientos que justifica la analogía del título original: Lion (León).
La puesta en escena y la reconstrucción de época son formidables y uno de los grandes fuertes de este film.
Pero sin dudas su mayor atractivo es el personaje central (llamado Saroo) interpretado por dos grandes actores.
Este es el mejor personaje que ha interpretado Dev Patel desde que hizo su entrada triunfal en Hollywood con Slumdog millonaire (2008) y no son casuales los paralelismos que se pueden hacer con ese film ganador del Oscar.
Pero aquí si bien la vibra es similar hay algo más íntimo donde el intérprete hace notar su crecimiento actoral.
Eso por un lado, pero el verdadero hallazgo y joya de la película es el niño Sunny Pawar, quien hace de Saroo en su infancia.
Este chico tiene más minutos en pantalla que Patel y es lógico que así sea porque se roba la película.
Es impresionante como el espectador sufre casi en carne propia lo que le pasa a ese niño y como luego vive su crecimiento y toda su historia.
Ahí es donde radica la grandeza de Un camino a casa. Es una historia desgarradora pero que al mismo tiempo reconforta por su humanidad.
Y si una película logra transmitir eso significa que está bien hecha y es una muy buena oportunidad para emocionarse de forma genuina en el cine.