Un Camino a Casa: Google Earth.
La aventura co-protagonizada por el británico Dev Patel desembarca en los cines y el resultado es una emotiva historia del retorno y la identidad.
La Real Academia Española define a la palabra “casa” con más de 15 aceptaciones, siendo “Edificio, mobiliario, régimen de vida de alguien”, la más aceptada. Sin embargo, ninguna de ellas da a conocerse como sentimiento, amor y/o cariño. Aquello lo que realmente nos importa del hogar, lo que depositamos por habilitarla y que nos forma tal cual somos.
Cuando un niño se aterra, inmediatamente se defiende con “me quiero ir a casa” como en el clásico “Pinocho” (1940) de Disney cuando los chicos se transforman en burro y desean volver, recuperar nuevamente la inocencia, la residencia como cura.
La búsqueda eterna de lograr ese parentesco es la meta de muchos hombres, recordamos la escena “The Terminal” (2004) donde Vicktor Navorski (Tom Hanks) se niega de decir que tiene miedo a Krakozhia porque es su casa, no se tiene miedo a su propia morada.
Es evidente que “casa” es más que un simple edificio, que conlleva más. Cuando uno piensa en su residencia cosechas varias imágenes de distintos lugares, evoca recuerdos, costumbres, personas con la que compartido cariño y amor.
“Lion: Un Camino a casa” es la película que empezó a dar interés masivo luego de tantas nominaciones a varias premiaciones, entre ellas, a Mejor Película en la Academia 2017 y a Mejor Película dramática en los últimos Globos de oros. ¿Merece tanto renombre?
El largometraje es una adaptación de la novela biográfica de Saroo Brierley quien cuando era un niño se perdió por descuido en las grandes calles de Calcuta que desembocará su adopción por parte de una pareja australiana. Pero después de 25 años, decide (con la ayuda de los avances tecnológicos) encontrar a su familia biológica.
La cinta se divide en dos partes muy diferentes entre sí pero que se complementa muy bien por los factores que lo componen y la determinan.
La primera mitad cuenta la visión del pequeño Saroo (Sunny Pawar) y todas las desventuras que debió sufrir en su pérdida, emulando al cine del neorrealismo italiano. Vemos cómo el pueril niño sobrevive a está jungla llamada India que terminará con casi un rescate (obtención de nuevos tutores) y será enviado a un países diferente con una lengua, cultura, hermano, padres y miradas nuevas para él. Los conceptos cambiaran y deberá aceptarlos para convivir y empezar de nuevo. Nicole Kidman desempeñan como madre amorosa y deberá comprender y aceptar que una parte de los dos chicos adoptados nunca les pertenece. Recrea de forma sútil y carismático un personaje envuelto por el dolor.
La segunda parte muestra a Saron adulto (Dev Patel) donde el oriundo asiático decide reencontrarse con su tierra natal. El factor determinante es la asombrosa y cautivadora performance del actor ex-Skins. La fórmula de hallar a su ciudad de origen será a través del recuerdo perdido, un plato, una mirada, un olor, un color, un paisaje despertarán en el protagonista la nostalgia necesaria para retornar a su destino. En esta parta, Rooney Mara desempeña el rol de novia amorosa pero que su acompañamiento determinará al joven desorientado a plasmar su cometido
Es justamente la excelente y sólida actuación del inglés Patel que da el balance necesario al film, sentencia de manera completa todo el relato anterior dejando que lo que hemos visto sea totalmente verosímil. Asimismo, la banda sonora acompaña muy bien en los momentos claves del relato, acentúa y nos lleva (de forma tramposa) hacia el desenlace lacrimógeno de manera efectiva.
Sin embargo, por momentos el director pareciera que está realizando una publicidad directa de Google y cómo está revoluciona las relaciones (para bien) de las personas.
En el fin de la obra de “El sueño de Valentín” (2002), el pequeño personaje de Rodrigo Noya pasa por su antigua calle y recita: “Yo de vez en cuando me iba al barrio, mi papá había puesto la casa en venta, eso me decía que ahí nunca más podría volver. […] Qué feo ¿no? Nunca más, se acabó esa parte de mi vida”.
Patel tiene esa oportunidad que no se le da a muchas personas, volver a esa parte de su vida perdida, encontrar al fin y al cabo las raíces emocionales. El mensaje final termina triunfando dentro de tanto slogan.