Lúcida mirada sobre la pesadilla de un joven
La vida de pesadilla de un adolescente tímido se acentúa cuando su madre y su flamante novio lo llevan de vacaciones a una ciudad balnearia especialmente deprimente. El novio de la madre es un auténtico bastardo, y casi todo personaje que pulula por el lugar esté listo para aportar su granito de cal a la situación infernal.
Pero tal vez gracias a que sea el único que no perturba a los demás, y a que su rictus permanente pone en evidencia un mundo interior, el chico termina atrayendo buenas vibraciones, sobre todo de extraños.
Huyendo lo más lejos posible de la casa veraniega en una bicicleta color rosa modelo Barbie, al menos consigue colarse en un patético parque acuático. Sin lograr pasar inadvertido, termina cayéndole bien a uno de los "losers" que administran el lugar no modificado desde 1983. Pero el peor parque acuático de la peor playa puede ser un Shangri-La para un atormentado chico de 14 años.
La premisa se parece un poco a la de "Adventureland" de Greg Mottola. Pero "Un camino hacia mí tiene a su favor un tono más moderado, que no vacila en caer en el más ríspido melodrama familiar cuando no hay modo de que la trama vaya en otra direccion, ni tampoco intentan subir el tono a audacias que no tengan realmente que ver con el punto de vista del adolescente.
Uno de los puntos fuertes es el estilo fluido y nada pretencioso impuesto por los codirectores Faxon y Rash, apoyados en una estética ascética, exacta para la historia a narrar, lograda por la fotografía de nada menos que John Bailey (de los mejores films de Paul Schrader y Lawrence Kasdan).
Pero lo mejor de todo son algunas actuaciones, sobre todo la del joven Liam James, y muy especialmente la de Sam Rockwell como el encargado de extraer todo atisbo de felicidad posible a su oscura existencia.
El trabajo de Rockwell es imperdible, y es lo hará que esta sea una de esas películas que uno volverá a ver inevitablemente cada vez que se la descubra haciendo zapping.
Todo no se puede, y en elenco el nivel no es parejo, curiosamente fallando por poco creibles y sobreactuados los nombres más famosos, como la madre a cargo de Toni Colette, y su desagradable novio, demasiado obvio, pero que al menos le da a Steve Carell la oportunidad de interpretar a un auténtico hijo de perra.