Un camino hacia mi es de esas películas que disfrutás a pleno, de esas que te llenan y que no querés que terminen. Sin embargo, una vez que eso sucede se siente una rara satisfacción, aquella bien reconocida para los amantes del cine cuando ven un buen film.
Es un estreno que claramente hay que encasillarlo dentro del sub-género “coming of age movie” porque tiene todos los elementos necesarios: un adolescente en cambio y en conflicto con él mismo y con el mundo que lo rodea, el descubrimiento del primer amor y de la amistad y con el gran aditivo de que la historia está enmarcada en un lugar y espacio determinado.
Así es como nos encontramos al joven Liam James en su primer protagónico y está para aplaudirlo. Su papel no era fácil porque en muchas escenas dice poco y nada y al mismo tiempo demuestra muchísimo.
Así encabeza un elenco en donde todos y cada uno brillan en sus partes, desde un odioso Steve Carrell, quien compone a un tipo al que verdaderamente dan ganas de golpear, pasando por una Toni Collette más que creíble como nueva madre soltera.
Por otro lado, Sam Rockwell demuestra una vez más que no importa cuál sea su rol siempre lo va a hacer bien. En este papel clave y fundamental para la historia consigue que al espectador le den ganas de abrazarlo.
Todos los personajes producen algo, ninguno resulta indiferente y eso es algo poco común y para destacar del gran trabajo que hicieron los directores/guionistas Nat Faxon y Jim Rash (los mismos que escribieron la genial Los descendientes, 2011).
Aquí logran un gran universo, que si bien posee unos cuantos paralelos con Adventureland (2009) tiene identidad propia y resulta imposible no involucrarse.
La única crítica que se le puede llegar a hacer (motivo por el cual no alcanza la nota más alta) viene de parte de los que aman este sub-género, y es que la historia de amor entre el personaje principal y su vecina (también genial lo de Anna Sophia Robb) podría estar desarrollada un poco más. Es como que te dejan con las ganas pero luego de analizarla se entiende que para el relato entero es muy funcional que así sea porque la cosa no pasaba por ahí sino en el resto de las relaciones.
Cuotas justas de drama y de comedia en un mix que va y viene en todo momento sin llegar a los extremos y sorteando con grandeza los lugares comunes convierten a este estreno en una gran sorpresa y cita obligada para los cinéfilos nostálgicos.