"Así que tu vida debe ser una completa mierda, sino no estarías aquí"
(Joel, Adventureland, 2009)
La industria no siempre premia el esfuerzo y son muchas las historias de quienes se cansaron de buscar su oportunidad mientras atendían mesas en un restaurante. Otras veces lo hace y gente que lo merece menos tiene la chance de su vida. Para Nat Faxon y Jim Rash, dos actores secundarios de mucha trayectoria frente a cámaras, el verdadero reconocimiento llegó detrás de ellas. Si, el segundo es un preferido del público por su destacado rol del Decano Pelton en la genial Community, pero el Oscar que recibió junto a su compañero por el guión adaptado de The Descendants -galardón compartido con el director Alexander Payne-, indudablemente fue el punto de inflexión en la carrera de ambos. El premio mayor al que puede aspirarse en Hollywood supuso el apoyo necesario para que pudieran ocuparse de su ópera prima, una película escrita cuatro años antes de aquella pero que no habían podido sacar adelante.
El recorrido de The Way, Way Back viene desde hace mucho, mucho tiempo, cuando Faxon y Rash eran simplemente dos figuras de reparto. Ya en el 2007 su guión se había hecho un lugar en la Lista Negra de los mejores libretos no producidos por la industria, algo que la fuerza del señor Oscar pudo revertir. Llega años después de que lo hiciera Adventureland, una de las películas memorables de la última década, y con eso vuelve inevitable la comparación, no obstante esta juega en un terreno algo más acotado que le permite encontrar más diferencias que el hecho de transcurrir una en un parque de diversiones y la otra en uno acuático.
Un Camino Hacia Mi es uno de esos films con los que uno difícilmente se moleste, es un trabajo cuidado, medido –en ocasiones puede llegar a pecar de excesivo en ese terreno-, de esos que llevan a que uno se sienta bien consigo mismo y con lo que se ve. Faxon y Rash no tienen más pretensiones que las de contar una historia pequeña, la de un adolescente incómodo de 14 años en busca de su identidad y su lugar en el mundo. Desde los primeros dos minutos logran algo muy difícil para cualquiera que siga su carrera, que es la de convertir a Steve Carell en un ser detestable. Su diálogo inicial con el joven Duncan es de lo peor que hará a lo largo del film, porque si bien parece decir las cosas con "buenas intenciones", en realidad lo que hace es destrozar a un chico en una edad delicada.
No hay forma de no sentirse cercano a este muchacho, que ya no es un nene pero que sufre más de lo que debería. Liam James, que con 17 años ha trabajado bastante, hace una muy buena labor como el vergonzoso joven, encorvado y con una torpeza propia de la edad, que refleja en cada expresión facial su sentir en cada situación que los directores prepararon. Es que todo está dispuesto para él, algo que limita a la película y no la deja llegar a lo que podría haber alcanzado. Hay una razón por la que transcurre en un parque acuático en una zona de veraneo, así como Adventureland tenía lugar en un parque de diversiones. La idea es la del trabajo estacionario, durante el período de vacaciones, un tiempo de cambio para el protagonista que se abre a un nuevo mundo a partir de integrarse a un grupo de viejos conocidos que año a año vuelven a verse las caras en un empleo que no disfrutan. En la de Greg Mottola –que además tenía una banda sonora envidiable- conocíamos a sus personajes, nos interesábamos por ellos, todos tenían una historia, un contexto que los hacía regresar una y otra vez a limpiar vómito de la montaña rusa o a entregar animales de peluche a los ganadores de cada juego. The Way, Way Back hace referencia a un pasado desde el título, pero este en realidad no existe.
Sam Rockwell es la persona que todos quieren conocer. Amigable y extrovertido, es quien ayuda a Duncan a soportar su miseria. Pero el argumento mismo lo vuelve un personaje circunstancial. Al no ahondar en sus propósitos o su vida por fuera de los toboganes y las musculosas, no es más que alguien que ayuda al chico a sobrellevar con una sonrisa algunas situaciones que se le ponen en frente, sin diferenciarse de los papeles que Maya Rudolph o los propios Rash y Faxon interpretan.
Que los directores hayan confundido la sencillez de la historia con una visión de túnel, no oculta el hecho de que es una buena película. Lo estrecho del relato resiente su resultado final, no obstante en líneas generales es un film cálido, acogedor y veraniego, que no necesita de chistes sobre computadoras, redes sociales o cultura general para convencer a su audiencia de que compre lo que se vende. Es una oportunidad para que el importante elenco de figuras se luzca en sus actuaciones –es digno de elogios tanto lo de Carell como lo de Rockwell, Toni Colette se repite-, para que el público sienta la recompensa de una historia bien contada y para que la dupla de eternos secundarios convertidos en guionistas y ahora directores, tengan la posibilidad de volver a lucirse.