El verano de aprendizaje de un adolescente tímido
Primera película de Nat Faxon y Jim Rash -ganadores con Alexander Payne del Oscar por el guión de Los descendientes-, Un camino hacía mi cuenta cómo un adolescente muy tímido, Duncan (Liam James), se abre a la vida durante un caluroso verano en un balneario de la costa de Massassuchets.
En la primera secuencia de la película se condensa toda la historia: en el asiento de atrás de un auto antiguo, mirando en la dirección opuesta, Duncan tiene que soportar los comentarios humillantes del conductor, Trent (Steve Carell, a contracorriente de sus papeles habituales), el nuevo novio de su madre, Pam (Toni Collette), mientras esta duerme. De repente aparece un cartel anunciando la salida: “This is the exit. Water Wizz. Water Park” (“Aquí está la salida. Water Wizz. Parque acuático”). De hecho, allí será la salida para Duncan, donde podrá escapar de esta familia reconstruida que trata siempre de infantilizarlo. Porque a Water Wizz lo maneja Owen (estupendo Sam Rockwell), al que cruzará justo al final de esta secuencia, un adulto que supo conservar esa frescura infantil a la cual muchos prefieren renunciar o, peor, que nunca tuvieron.
En este lugar de diversión está precisamente la frescura y el humor que hace que esta película, a pesar de tratar de un tema visitado una y otra vez, entusiasme mucho. Owen será el hermano mayor soñado que servirá de modelo a Duncan, lo empujará hacia nuevas experiencias y lo revelará a sí mismo. En este sentido, la escena fundadora durante la cual Duncan aprende a bailar hip hop es estupenda. Lo ayudará el resto del personal del parque, en particular sus dos compinches actuados por los dos directores mismos. Estos dos aciertan hasta el final en su mirada de la adolescencia que pueden atravesar los más tímidos, mirada a la vez tierna y nostálgica. La película está bañada en los años ochenta tanto por la banda sonora como por el decorado del parque acuático y los símbolos como Pac Man que aparecen cada tanto.
Al final, Duncan deja el parque acuático, ocupando el mismo lugar en el auto, pero tiene la mirada cambiada y esboza una sonrisa. Ya no está solo. Y esa sensación se transmite, con total acierto, hacia el espectador. No es poco para un film como Un camino hacia mí, que no innova pero igual posee una gran sensibilidad.