Tras su paso por la Competencia Internacional del BAFICI [16], llega a los cines de Buenos Aires Un castillo en Italia (Un château en Italie), tercera película de la actriz y directora italiana Valeria Bruni Tedeschi.
¿Quién me quiere a mí?
Louise Rossi Levi (Valeria Bruni Tedeschi) tiene 44 años y pertenece a una familia de mucho dinero, dueña de un castillo en Italia. Su hermano Ludovic es enfermo de sida y su madre parece ser la única con sentido común en la familia. Louise fue actriz en su juventud y transita una crisis existencial, que la hace vivir en un estado casi histérico. La familia construyó su riqueza gracias a las fábricas del padre, y tanto Louise como Ludovic poco tienen que ver con ese rubro y aparentemente nunca se interesaron mucho por trabajar. Las deudas agobian a los Rossi Levi, y se les aconseja que pueden saldarlas vendiendo el castillo y sus suntuosos bienes. Mientras tanto, Louise conoce a Nathan (Louis Garrel), un actor veinte años menor que ella, obsesionado con su pasado como actriz. De a poco, entre el temor y la ansiedad, empiezan una relación amorosa a la vez que Louise trata de hacerle frente al mal momento económico y familiar.
El discreto encanto de la burguesía
La historia tiene mucho de autobiográfica. Valeria Bruni Tedeschi es actriz, conocida por Munich y 5×2, y proviene de una familia culta y rica (y es la hermana mayor de Carla Bruni). Mantuvo una relación con Louis Garrel, actor 19 años menor que ella e hijo del director Philippe Garrel (en la película Nathan está rodando una película dirigida por su padre).
Quizá sea el apego a la historia lo que le juega en contra a la película. El guión y la construcción de los personajes están flojos. Un castillo en Italia gira en torno a Louise y su despliegue de histeria, quizá el único personaje que no consigue generar empatía en el espectador. Corre, grita, salta, llora, no hay medias tintas, todas sus reacciones son exacerbadas y molesta mucho. Ludovic es un mártir, siempre solemne. El personaje de la madre salva la película, la única de la familia con los pies en la tierra y con matices interesantes. Además, no se entiende bien el tono del film, supuestamente es una comedia dramática (o amarga), pero nada resulta lo más mínimamente gracioso. En los momentos de mayor tristeza se pone cursi, en el velorio hay un monólogo lastimoso del amigo borracho de la familia, y el final está muy edulcorado.
Para rescatar, hay algunos guiños simpáticos, como la canción de Rita Pavone que cantan los hermanos cuando pasan por la fábrica del padre y el videoclip de dicha canción en los créditos de la película; y la breve escena de coqueteo entre la madre de Louise y el mismísimo Omar Sharif.
Conclusión
Un castillo en Italia desilusiona, no encuentra el tono adecuado para contar una historia de crisis de todo tipo (existenciales, económicas y familiares) y su protagonista-guionista-directora compone un personaje muy insufrible, lo cual logra que nos interese muy poco lo que le sucede. De todas maneras, es llevadera y tiene algunos elementos rescatables.