Una de las cualidades que se le puede aplicar a la nueva ola del cine francés, es la vital importancia que se le da a la palabra como forma de reforzar la naturalidad de sus personajes. Generalmente reflejada en el caos personal que atraviesan sus protagonistas y la solitaria condición humana de la sociedad moderna.
Abarcando una gran parte de estas características, la actriz y directora Valeria Bruni-Tedeschi profundiza una vez más en la inspiración autobiográfica (mejor dicho autoficción según ella) de sus trabajos anteriores, para la realización de “Un Château en Italie”.
Nominada a la palma de oro en el festival de Cannes del año pasado y formando parte de la competencia internacional del pasado BAFICI, la cinta de Bruni Tedeschi cuenta la historia de Louise, una ex actriz un poco perdida y siempre al borde de la histeria, que tras la muerte de su padre se ve obligada junto a su adinerada familia a deshacerse del castillo en donde viven.
Por si fuera poco su hermano Ludovic, con el que mantiene una relación muy estrecha, es enfermo de sida. Esto no hace más que profundizar la crisis existencial de la protagonista al verse todavía soltera y sin hijos, cuestionando la fragilidad de la vida y lo poco que aprovechó la suya.
En este momento de debilidad conoce a Nathan (Louis Garrell, ex pareja en la vida real de Bruni Tedeschi), un hombre veinte años menor que ella, con el cual comienza una relación y le confía todos sus traumas y conflictos.
La historia se divide en tres estaciones (invierno, primavera y verano) a modo de capítulos, denotando de forma ágil y simbólica el paso del tiempo en la relación de pareja y la progresión de la enfermedad de su hermano, el cual se va deteriorando lentamente pero sin perder su fuerte carácter dominante sobre su familia.
Desde el punto de vista visual “Un Château en Italie” es impecable, destacándose decorados potenciados por la luz natural de las locaciones francesas e italianas.
Por otro lado la película cambia constantemente de tono y de género, siempre manteniéndose entre el drama y la comedia. Pero nunca pierde ese encanto romántico y autentico, generando la sensación de que Bruni Tedeschi, como realizadora y protagonista, se entrega completamente a su creación.
A su vez, al transcurrir entre Francia e Italia, la ductilidad de los actores principales de representar dos idiosincrasias tan distintas más allá del idioma, le da a la película la impronta de dos de los cines más importantes de la industria. Combinando la proyección física y emocional del actor italiano con la poética de los diálogos del cine francés.
Tampoco pasan inadvertidos los guiños al público más añejo, como la inclusión de “Viva la pappa col pomodoro” de Rita Pavone (y con clip incluido en los créditos) o la pequeña participación del legendario actor egipcio Omar Sharif.
Estos son detalles que suman a cualquier película.
Ante tantas cualidades, probablemente “Un Château en Italie” pueda pecar de ser algo dispersa en determinados momentos, pero como se pudo ver en su anterior película “Actrices”, Bruni Tedeschi sabe narrar de manera atractiva sus vivencias pero a su vez convertir esas emociones en algo universal para el público.
Una muy buena alternativa tanto para el amante del cine francés, como para el espectador ocasional que gusta de una buena historia.
Por Nicolás Feldmann