Valeria Bruni-Tedeschi es mejor actriz que directora
Valeria Bruni-Tedeschi es una muy buena actriz, que tiene la no tan buena idea de hacer comedias escritas por ella misma junto con las actrices y también directoras Noémie Lvovsky y Agnès de Sacy. Hasta ahora llevan tres: "Es más fácil para un camello", atendible, "Actrices", bastante buena, y la que aquí vemos, digamos que atendible.
La primera evocaba los sueños incumplidos de una mujer, sus relaciones fraternas y la angustia ante la cercana muerte del padre. La segunda, los problemas de una actriz con sus colegas y con un amante mucho menor que ella (un asunto que le tocaba de cerca). Y la tercera, los conflictos de una exactriz con la madre, el hermano, el legado paterno, el amante joven y el deseo de ser madre. Esto último le permite una serie de escenas supuestamente graciosas, medio fallidas. Lo otro es más interesante.
Se describe ahí una clase venida a menos, puesta a rematar las joyas de la casa, incluyendo un valioso cuadro y la propia casa, que es un "chateau" bastante lindo. La madre y el intendente del pueblo sugieren habilitarlo con fines turísticos, el hijo enfermo rechaza semejante profanación, las demás mujeres tienen pajaritos en la cabeza. Muy significativo, el momento en que todos pasan frente a la fábrica quebrada del padre, festejando en vez de llorar su propia indolencia. Lástima que, con ese buen punto de partida, la obra caiga en los vicios típicos de cierta gente que quiere dirigirse a sí misma. Así, en vez de una historia bien hilvanada, vemos una seguidilla de escenas hechas "para lucimiento", sólo por el antojo de pegar unos gritos que suenan lindo aunque no vengan al caso. Lindo para el ego del elenco, malo para el público.
Bruni-Tedeschi, ya lo dijimos, es buena actriz. Filippo Timi, el Mussolini de "Vincere" (donde también hacía de hijo natural) es buen actor. Marisa Borini, madre de Bruni-Tedeschi en la ficción y en la realidad, es una no-actriz totalmente creíble, y compone el único personaje querible de la historia.