Los locos por el cine tienen eso, pueden atravesar la vida, cumplir con sus mandatos, ponerle el pecho a la balas, aguantar dificultades, pero la obsesión por las películas contribuye, y mucho, a que sus vidas sean mejores. Luz Ruciello encontró a un maravilloso personaje. Hablamos de Omar José Bocard un albañil humilde de un pequeño pueblo del Entre Ríos. Un hombre deslumbrado por el cine que no se resigna al cierre de las últimas salas a s su alcance. Y cuando se enfrenta a no tener cines a donde ir sueña y cumple con construir con sus propias manos una sala, su “Paradiso”. El que tiene las butacas viejas, primero un proyector oxidado, la pantalla construida por sus propias manos, la entradas vendidas casa por casa, los anuncios de la programación en un pizarrón escritos a mano. Bocard construyó todo solito, con su “dios proveerá”, la solidaridad, la ayuda de sus amigos y un empecinamiento digno e invencible. Un trabajo minucioso que le llevó diez años a su realizadora y como resultado un documental entrañable e imperdible.