Villa Elisa es una pequeña localidad entrerriana cercana a la ciudad de Colón. Un típico pueblo de casas bajas y siestas sagradas que, sin embargo, esconde una historia que debe ser única en la Argentina. Allí, arriba de un comercio igual a tantos, un viejo albañil apasionado por el cine construyó una sala con sus propias manos. Le demandó todos los domingos durante cuatro años.
Un cine en concreto es una película pequeña, dueña de una honestidad, amabilidad y nobleza similar a la de su protagonista, un hombre de apariencia frágil y vulnerable, con la piel curtida por los años de trabajo bajo el impiadoso sol mesopotámico, llamado Omar José Borcard.
La realizadora Luz Ruciello acompaña el día a día de su aventura unipersonal: Omar no sólo puso todas y cada una de las maderas, sino que también se encarga de la selección de las películas y de la difusión de sus contenidos en el programa radial que conduce.
Lentamente irán desplegándose las distintas facetas de Omar, desde su familia hasta un pasado tortuoso en el que encontró en el cine una tabla de flotación. Ruciello logra traspasar esa amor por el cine –a las películas, pero también al ritual– a una película que funciona tanto como el registro de una cotidianeidad cansina como una historia inspiracional de perseverancia y esfuerzo.