Un pueblo olvidado en la Patagonia, una mujer grande que trabaja sola, incansable, a veces con un niño. Casi siempre con animales que dependen de ella para subsistir. Los trabajos y los días en un territorio solitario, captado por bellísimas imágenes en un “no lugar” que sirven para sentir la dimensión de su majestuosidad, lo difícil de la sobrevivencia y para reflexionar, como lo hace su director, Miguel Zeballos. Sus palabras y sus paisajes pretender captar lo inasible, los sentidos y sentimientos frente a las preguntas básicas. De cara al olvido. De frente a la muerte. Es posible, se interroga, captar el vacío, volver sobre lo andando y repensar el paso del tiempo, el verdadero valor de la memoria. Se lo pregunta el realizador que nos invita a este viaje de serena soledad y sólida presencia. De observación y valoración.