Crónica policial ambientada en los años de plomo.
Un crimen argentino es la ópera prima de Lucas Combina, que adapta la novela de Reynaldo Sietecase, y relata un hecho criminal verídico, ocurrido en la ciudad de Rosario en 1980. Y cuenta con un elenco encabezado por Nicolás Francella, junto a Matías Mayer, Luis Luque, Malena Sánchez, Rita Cortese y Darío Grandinetti, entre otros.
La historia se centra en la investigación que llevan a cabo Antonio Rivas (Francella) y Carlos Torres (Mayer), dos secretarios de un juzgado sobre el secuestro de un empresario en la ciudad de Rosario. Lo que se convierte en una carrera contra el tiempo para dar con su paradero mientras son secundados por miembros del gobierno militar.
En primer lugar es necesario destacar el diseño de producción, a cargo de Catalina Oliva, y de vestuario, de Connie Balduzzi, quienes logran reconstruir fielmente la época sin apelar a clichés, motivo por el cual cada locación o elemento que aparece en pantalla es funcional a la historia y no cumple la única función de apelar a la nostalgia del espectador. Así como también la fotografía de Víctor González, acierta en el uso de tonos cálidos por dos motivos: el primero es resaltar las altas temperaturas de la ciudad de Rosario en diciembre, época del año donde transcurre la historia, y el segundo es para generar la sensación de malestar de cada personaje en una situación en la que todo puede explotar fácilmente, a pesar de la calma del principal sospechoso.
Pero el principal problema radica en que, en su afán de documentar fielmente la investigación de los hechos, se deja en segundo plano la construcción de los personajes. Mostrando lo justo y necesario de la vida privada y motivaciones de los mismos, lo que dificulta la empatía del espectador con el dúo protagónico, diluyendo además el interesante planteo moral en una compleja trama de procedimientos.
En conclusión, Un crimen argentino, al igual que Zodiaco (Zodiac, David Fincher, 2007) se centra más en la fidelidad de la reconstrucción de los hechos reales en los que se basa que en el diseño de sus personajes. Pero funciona a su vez como carta de presentación de Lucas Combina, quien maneja con eficacia las reglas del género policial, lo que augura un futuro promisorio para su carrera.