Basada en la novela homónima de Reynaldo Sietecase, Un crimen argentino, de Lucas Combina, es un potente ejercicio de suspenso que se nutre de la línea más clásica del policial para hablar de un momento preciso de transición entre la dictadura y la democracia a partir de la investigación de dos jóvenes secretarios de un juzgado de instrucción con ideales diferentes sobre el mundo.
Apoyándose en potentes y sólidas actuaciones, la película avanza a paso firme desnudando las miserias que hacia 1980 atravesaban a la sociedad argentina, en donde dos jóvenes con diferentes aspiraciones, pero una gran amistad entre sí, se verán involucrados en una compleja intriga cuando intenten resolver la desaparición de un peso pesado de la zona más oscura del mundo comercial.
Al avanzar el relato, y con la aparición de un misterioso sujeto, estos dos secretarios, secundados por el ala más siniestra de la policía y la fuerza militar, deberán lidiar con el profundo anhelo de cambio, sus expectativas ante la profesión y el deseo irrefrenable de dejar todo atrás para probar suerte en otro lugar.
Un crimen argentino, gracias a la pericia de Combina y una cuidada y contundente reconstrucción de época, se permite transitar la historia de este hecho policial que acaparó las primeras planas de la prensa rosarina hacia 1980, con pasos lentos y certeros, desarrollando las características de cada uno de los personajes, sin temer detenerse en eso.
A la dupla protagónica, encarnada por Matías Mayer (brillante), Nicolás Francella y Malena Sánchez, se suman excelentes secundarios de Alberto Ajaka, Rita Cortese, Luis Luque, Cesar Bordón, y una, cuando no, excelente interpretación de Darío Grandinetti.
Valiéndose del humor, la sensibilidad y la notoria capacidad para visitar con inteligencia el género, Un crimen argentino es una de las mejores producciones nacionales “industriales” de los últimos años, indicando un rumbo por el cual deberían continuar aquellas películas en las que las plataformas foráneas desean invertir en el país.