Un crimen comùn: un universo material puesto al servicio de un conflicto irreconciliable.
Imposible no comparar Un crimen comùn (titulo inquietante de por sì, què crimen puede ser comùn) que se estrena este jueves con La larga noche de Francisco Sanctis film anterior de Francisco Màrquez. En el mismo sentido en que el cuerpo del actor Diego Velazquez era vehìculo para retratar en La larga noche.. lo ominoso del cuerpo social, el de Elisa Carricajo sirve para atravesar la transformaciòn de un conflicto que es personal, pero tambien social.
Ambos cuerpos actores/personajes representan una historia, con mayúsculas.
¿Cómo vivir con la decisión y la culpa por no salvarle la vida a alguien? Si la victima es el hijo adolescente de la empleada doméstica, asediado por la policía o la gendarmería, y la persecusión de la que fue victima lo termina matando, ese agregado le da otra trascendencia.
Ahora bien, Cecilia es docente universitaria, dicta clases sobre Althuser y Marx, tutorea alumnos para que sus sean presentados en jornadas universitarias, y aspira a una recategorizacion en su cátedra. Es exigente en ese sentido. En el ambiente académico, el lenguaje que se usa claramente es lejano, difícil, entramado, elevado. Incluso aparece, pero de soslayo, el tema teórico de la interpretación de la realidad como alejado de la transformacion de esa realidad. Algo que la película, en su materialidad, pone en evidencia.
Marquez borra toda señal de localidad, puede tratarse de cualquier ciudad y cualquier universidad, de cualquier centro y cualquier villa. La càmara siempre està atenta a la transformaciòn fisica y emocional de su protagonista. Por eso está pegada al cuerpo. El universo visual apela a las sombras de la noche, las proyecciones de esas sombras que atraviesan las ventanas de la casa, el mundo sonoro produce incluso visiones sonoras fantasmáticas. Ahi radica la fuerza de la pelicula: todo el espectro de materialidad sumada a la actriz como agente de esa metamorfosis. Lo que sucede alrededor de Cecilia se puede espiar, pero tambien puede pasar desapercibido (el chico maltratado por la gendarmeria en el parque de diversiones, los albañiles en la obra del edificio de la Facultad). Ella aparece fràgil, casi tonta, atraviesa los espacios con esa fragilidad. Pero la villa la camina sin temor, ¿nada puede pasarle ahi?. pareciera que no. Acompaña el dolor de una madre, culposa, pero mentirosa. La culpa le afecta fisicamente y en su comportamiento. Los cambios son sutiles pero fuertes. La enorme cualidad de Carricajo es interpretar esa putrefaccion paulatina, interna, casi invisible. Cuando en la cena con su amiga escupe de una manera inquietante la comida irrumpe algo de lo ominoso que es interesante.
Asi y todo Un crimen común cae en un lugar común algo molesto: el del poner en conflicto dos puntas que se trazan como irreconciliables: la academia y la vida, la teorìa y la pràctica, la villa y el barrio. Podrán decir, y asi es. Universos reprendidos taxativamente en Un crimen comùn por no “bajar” a la realidad, dura y comun realidad de un villero muerto por la fuerza de seguridad.