En todas las artes y en sus expresiones, el contexto lo es todo. El aquí y el ahora del artista, a la hora de ejecutar su obra, es más que necesario. Muchas veces inconscientemente, y otras veces haciendo un gran hincapié, la expresión artística la va a determinar el entorno social y la actualidad. La contemporaneidad de cualquier producto artístico va a ser, de alguna u otra manera, el resultado de la realidad que está viviendo el artista, en la sociedad a la que pertenece. El caso de ‘Un Crimen Común’, la nueva película de Francisco Márquez, no es ajeno a esta teoría.
La preocupación por una situación particular es inminente. El contexto social no solamente afecta al artista (director), sino que también al personaje principal de la historia en cuestión. Esta producción argentina sigue a Cecilia (Elisa Carricajo), una profesora de universidad que será testigo indirecto de un crimen. Más concretamente, una noche de lluvia, Cecilia cree haber visto al hijo de su criada afuera de su casa luego de tocar la puerta desesperadamente. Al día siguiente, el cuerpo del joven aparece muerto, asesinado por la policía.
Cecilia es el centro de la historia, pero el contexto social y su situación serán el principal motor de sus acciones y su comportamiento. Francisco Márquez se hace eco de una situación recurrente en la actualidad de Argentina para contar una historia cuyo conflicto interno será el detonante principal. La brutalidad y el abuso de fuerza policial ya es algo normalizado en el país. En los últimos años, fueron populares ciertas circunstancias en las que los encargados de protegernos, en realidad, tenían el protagonismo por hacer exactamente lo contrario.
Ante este contexto, los sentimientos de inquietud e inseguridad serán los aspectos principales de la protagonista, Cecilia. Una profesora de sociología, separada y que tiene la custodia de su hijo de siete años. Una mujer que sufrirá un desequilibrio luego de una noche de terror. En plena lluvia torrencial, Cecilia se despierta al escuchar ruidos fuera de su casa, y cuando tocan fuerte y desesperadamente su puerta, intenta saber qué es lo que está pasando afuera. Al asomarse por la ventana, divisa un joven que porta una gorra y una actitud por demás de sospechosa. Aquella noche, la puerta no se abrió.
El joven resultaría ser el hijo de su criada, una mujer humilde. Allí empieza un enorme debate por más de una hora de película. El espectador se encarna en la piel de Cecilia y pasa a incomodarse y a hacerse las mismas preguntas que se hace ella. A partir de esa noche, el personaje principal cargará con una mochila demasiado pesada. La culpa se apodera de Cecilia, y pasa a vivir de una manera intranquila e insegura. Todos los aspectos de la vida de la protagonista, estarán demarcados por esta inestabilidad que sufre el personaje.
Y así es como todo se repite. El contexto y la situación actual de una sociedad determinan, casi de manera involuntaria, la conducta de Cecilia, que, hasta el final, no se liberará de su “pecado”. Esta realidad se torna como el sinónimo del regalo que le hace Cecilia a su hijo: un circuito de carreras de autos a control remoto. La forma de este juguete/obsequio es ovalada, donde los autos giran constantemente en una carrera sin fin, y pasan siempre por los mismos lugares, el ya conocido circulo vicioso. La protagonista estará atrapada en todo momento, y la mayor parte de estas situaciones van a estar controladas por su misma mente.
Por otra parte, este contexto social en el que habitan los personajes de esta historia, no solo forma parte del conflicto de manera directa, sino que presentará también, similitudes con el ámbito social aún vigente. ‘Un Crimen Común’ es una película muy actual, donde se retratan los más grandes conflictos internos de un personaje en un entorno que preserva lo establecido. La división de clases, un concepto y una idea muy recurrente, también tendrá su lugar en el filme. Márquez es autoconsciente de la realidad, y bebe de ella para desarrollar un testimonio de culpa y aceptación personal.
El final es más que esclarecedor. El personaje principal se deshace finalmente de sus demonios internos y se resuelve. En la última secuencia, donde Cecilia se sube a una montaña rusa, se termina de desahogar a gritos. Por momentos, son alaridos de alivio y tranquilidad, pero el grito concluyente es de terror. Si bien limpió su mente y su vida, aún quedan en ella las secuelas de haber formado parte de un crimen común.