Cecilia es docente universitaria, enseña sociología en la Facultad de Sociales, es separada, vive en una casa del Conurbano con su hijo en edad escolar y tiene una mujer, Nebe, que va a trabajar algunos días a su casa. Nebe tiene un hijo adolescente, Kevin, morocho, con gorrita y portación de rostro, carne de cañón ideal para ser hostigado por la policía, cosa que efectivamente sucede. Una noche de tormenta Kevin toca la puerta de la casa de Cecilia, parece que está en problemas y se nota cierto apremio. Cecilia se asusta, se esconde y no abre. Kevin se va. Al otro día está en las noticias: Kevin desapareció y los vecinos sospechan de la policía. Más tarde su cuerpo es encontrado en el río. A partir de ese momento la realidad de Cecilia se transfigura, no solo por la culpa, por lo duda de si podría haber evitado esa muerte, sino también porque algo que podría ser el fantasma de Kevin empieza a rondarla y mandarle señales.
Como en su anterior film, La larga noche de Francisco de Francisco Sanctis (2016, codirigido junto a Andrea Testa), Francisco Márquez toma elementos del cine de género en un contexto social realista para una historia de clima enrarecido. Narrada en principio en un tono naturalista, con el transcurso del relato entran en juego atmósferas propias del thriller y el cine de terror a medida que la realidad de su protagonista empieza a tambalear. En este, su primer largo de ficción en solitario, Márquez juega con cierta ambigüedad en cuanto a lo real de lo que representa, porque si bien por momentos parece claro que hay algo de lo sobrenatural en juego, también es cierto que la percepción que tiene Cecilia del entorno está bastante alterada y, como vemos los acontecimientos desde sus ojos, la realidad se nos presenta cada vez más extraña.
Al igual que en La larga noche…, acá tenemos a una protagonista corriente a quien una circunstancia extraordinaria la pone en una encrucijada que la cuestiona. Cecilia es una intelectual progresista, que lee a Foucault, es bienintencionada y solidaria (como se desprende de una escena del comienzo) pero también tiene miedo y una decisión o falta de esta puede tener para ella consecuencias inmanejables. Se trata de un film sobre la culpa, sobre la culpa burguesa incluso, pero sin intentar juzgar sino intentar entender a un personaje a quien se le viene abajo gran parte de sus certezas sobre si misma y sobre la realidad. La vamos acompañando en sus dudas e incertidumbres a la vez que empezamos a percibir como su comportamiento y reacciones son cada vez más erráticas. Elisa Carricajo hace una interpretación intensa que transmite de manera convincente ese periplo emocional con toda su fragilidad y complejidad, a la vez que el film expone temas sociales actuales y relevantes de manera sutil y en un formato original.
Reseña publicada en oportunidad de la cobertura de la 35 edición del Festival de Mar del Plata (2020).
UN CRIMEN COMÚN
Un crimen común. Argentina, 2020.
Dirección: Francisco Márquez. Intérpretes: Elisa Carricajo, Cecilia Rainero, Mecha Martínez, Eliot Otazo y Ciro Coien Pardo. Guion: Francisco Márquez y Tomás Downey. Productoras Ejecutivas: Luciana Piantanida y Andrea Testa. Director de Fotografía: Federico Lastra. Directora de Arte: Mariela Ripodas. Director de Sonido: Abel Tortorelli. Montajista: Lorena Moriconi (EDA). Distribuidora. Cinetren. Duración: 96 minutos.