Me iluminarás
Llega este invierno a Estados Unidos –verano en Argentina- una historia sobrecargada de mensajes esperanzadores. Basada en la novela de Mark Helprin, Un Cuento de Invierno(Winter's Tale, 2014) es una película imposible. Imposible no sólo por su ambiciosa y épica propuesta, sino por lograr finalmente convertir una novela de 780 páginas que mezcla géneros constantemente, a un film de 118 minutos.
La película cuenta la historia de un ladrón huérfano de nombre Peter Lake (Colin Farrell, poniendo cara de sufrido que tan bien le sale), perseguido en 1915 por una banda de crimen organizado comandada por Pearly Soames (Russell Crowe, que mejor le sale el villano sin escrúpulos). A punto de ser atrapado un caballo con poderes para cambiar el destino lo salva de la golpiza. Su cabeza tiene un precio en la ciudad y al intentar irse definitivamente de la misma conoce a Beverly Penn (Jessica Brown Findlay), una joven tuberculosa a punto de morir. Aparece entre ellos el amor imposible -ambos tienen sus días contados-. Un cambio de época (la acción se traslada a la actualidad) continuará el relato.
Hasta ahí tenemos una historia de amor fantástica con tintes mágicos. Se habla del poder del amor, del destino y de los milagros. Pero decíamos más arriba que Un Cuento de Invierno es una película ambiciosa. Sí, porque no se conforma con caminar por la cornisa de lo inverosímil. Aparecen ángeles y demonios (su director y guionista Akiva Goldsman escribió el guión de El código Da Vinci y Ángeles y Demonios, entre otros), el mismísimo Lúcifer (apodado “Lu” e interpretado por Will Smith) y la lucha entre el bien y el mal.
Alguien podría argumentar que la mezcla de géneros y estilos no es el problema sino su mala ejecución. Pues bien, el problema de base radica en la poca sutilidad del film para plantear alegorías. Literalidad de metáforas y empalagosos mensajes de esperanza son moneda corriente a lo largo de la trama. El bien y el mal están representados mediante luces y sombras respectivamente. Personajes siempre vestidos de blanco (el caballo, Beverly) y otros siempre de negro (Lúcifer, Pearly y Peter en sus comienzos de ladrón). Las estrellas iluminan dice la voz narradora inicial…y literalmente se iluminan como todo en la película que anticipe milagros.
Un Cuento de Invierno desconcierta, sobre todo hacia la segunda mitad con el cambio de época. Peter Lake aparece tan desorientado cómo el espectador. Para aquel entonces, cuando los conflictos lejos de resolverse se sigan complicando, sólo queda la sonrisa para sobrellevar situaciones ridículas. Justo en ese instante, la película comienza a disfrutarse. ¿Por qué? Porque es de los pocos casos en que lo increíble se acepta esperando que otra situación lo supere aún más. Ya no importa el argumento, la mezcla de géneros, ni el verosímil, sólo ver hasta donde un film es capaz de llegar para trasmitir un mensaje con moralina en el Día de los enamorados.