Este documental de Juan Dickinson intenta mostrar a esos seres desangelados que deambulan por la estación Constitución durante todo el día.
La cámara muestra todos los recovecos habidos y por haber. Por allí están los vendedores, maquinistas, funcionarios, oportunistas, linyeras y prostitutas.
Conociendo Constitución la película resulta demasiado edulcorada.
Aquí no se ve la violencia que sí sabemos hay en ese lugar, tampoco están retratados los chicos del paco y los robos violentos.
Un día en Constitución no refleja lo que quizás ocurra durante la noche y durante el día.
Su realizador propone más que nada ser imparcial y no jugarse mucho por lo que verdaderamente se vive.
La fotografía y las imágenes son de excelente calidad, pero el guión y lo que se quiso contar no refleja la realidad.