“Un día lluvioso en Nueva York” (“A rainy day in New York”) es una comedia con el identificable sello Woody Allen, que se reconoce en las excentricidades y ese humor entre inglés y judío, por momentos casi tonto, que encierra una fuerte ironía. El guión desarrolla una historia mezcla de nostalgia y comedia de enredos, con situaciones grotescas.
Con una cierta mirada a lo que no fue, con personajes que se expresan sin tanta neurosis ni verborragia, como es habitual en su cine, con una serenidad sugestiva, Woody Allen regresa al campo de batalla con un producto no tan personal y más cercano a la realidad cotidiana de la juventud, que como la de todas la épocas busca afirmar su identidad a través de actos un tanto alocados.
Gatsby Welles (Timothée Chalamet) y Ashleigh (una fantástica Elle Fanning), joven ingenua de padres republicanos, estudiante de periodismo en Yardley College (un sustituto de Bard) en Dakota, que desean pasar un fin de semana juntos, en New York, aprovechando que Ashleigh intenta hacer una entrevista, para la revista estudiantil al importante director Roland Pollard (Liev Schreiber), quien tiene serias dudas existenciales.
Ashleigh logra la entrevista con el director y a partir de allí todo se torna caótico. Asediada por el director, luego por el petulante y cínico guionista Ted Davidoff (Jude Law), que también está deprimido, y por último por un actor latino, exitoso y seductor, Francisco Vega (Diego Luna), quien logra llevarla a su departamento de donde debe escapar a toda velocidad casi desnuda. El regreso inesperado de la novia del actor frustra el encuentro.
Gatsby, curioso nombre al que recurre Allen para su personaje, ya que en cierta forma parece ser un homenaje a F. Scott Fitzgerald con su “El gran Gatsby” escrito en 1925, en donde igual que él explora los temas de decadencia, idealismo y el exceso de ciertas clases sociales. Al igual que Fitzgerald, Roland Pollard quiere llevar a Ashleigh a la Riviera francesa en un bizarro viaje para olvidar los malos momentos que está pasando.
Woody Allen, con detalles simples coloca a sus personajes dentro de una atmósfera atemporal, evanescente y glamorosa. A pesar que el uso de celulares y ciertos detalles en la vestimenta los acerquen al siglo XXI, los “millennials” se comportan como gente de los años ‘50, y hablan usando citas a Cole Porter y “Guys and dolls”. Pero a través de ellos realiza una crítica a la sociedad actual y vuelve a valerse de su escenario ideal, New York, con un protagonismo casi hegemónico, utilizando diferentes encuadres para hacerla resaltar bajo una luz que se difumina entre interiores y exteriores.
En la búsqueda infructuosa de su novia bajo lloviznas y torrenciales aguaceros, Timothée Chalamet llega a uno de los lugares de encuentro el Café del Hotel Carlyle (un espacio muy frecuentado por la banda Woddy Woody Allen The Eddy Davis New Orleans Jazz Band en el cual ofrece conciertos varios lunes al año), se sienta al piano y canta “Everything happens to me”, la canción de Matt Dennis y Tom Adair, en la inconfundible voz de Chet Baker: “I fell in love just once, and then it had to be with you. Everything Happens to Me…”. Afuera, en Manhattan, no deja de llover.
Con cierta semejanza también en su construcción a la narrativa de J.D. Salinger, quien utiliza un narrador intradiegético para expresar toda la rebeldía adolescente en “El guardián entre el centeno”, con padres un tanto ausentes y ocupados en rituales mundanos, Woody Allen presenta a una inolvidable madre interpretada Cherry Jones, que en medio de una fiesta realizada en su casa le dice que ella fue prostituta.
Timothée Chalamet, quien se propuso donar lo que ganara en el filme a obras de caridad, posee características muy semejantes al Holden Caulfield de Salinger: un joven descorazonado criado con boletos de temporada para el Metropolitan Opera House y veranos en el sur de Francia, que se encuentra en una rebelión silenciosa contra su familia y todo lo que ella representa.
El punto de vista de Woody Allen apunta a la inocencia, la juventud, la ingenuidad y la credulidad de la juventud, pero también a la petulancia y al lujurioso ambiente cinematográfico haciendo hincapié en personajes superficiales, penosos y corrompidos, así como también destaca la frescura y luminosidad de un personaje casi intemporal Shannon, la hermana menor de una ex novia, interpretado por la sugestiva Selena Gomez, colmado de matices, y que sobre delinea todo el entramado de lo que quiso contar.
Exquisitamente filmado por Vittorio Storaro (que ha estado trabajando con Allen desde “Café Society” (2016) en tonos pastel, que acentúan la identidad melancólica del filme y provocan la ilusión de un mundo fantástico e irreal.