Viaje emocional en Manhattan.
Woody Allen regresa a la pantalla grande con A rainy day in New York (2019), una comedia romántica, dulce y algo nostálgica, que contiene todos los ingredientes para satisfacer a sus fanáticos y al público en general. A simple vista, se trata de una pareja que tiene planes para un fin de semana los cuales son interrumpidos por situaciones inesperadas. Sin embargo, relatado por Allen, no sólo es gracioso y pasa por temas recurrentes en sus films, como el sexo, las infidelidades y el eterno dilema del hombre con su madre, sino que nos retira de lo cotidiano y pone el ojo en la espontaneidad e improvisación de la vida, que la describe como maravillosa y jamás aburrida. Reímos al estilo del director, en esta exquisita película en la cual podemos vislumbrar al mismo Allen camuflado en el protagonista.
Gatsby Welles (Timothée Chalamet) y Ashleigh (Elle Fanning) son una joven pareja de universitarios con diferentes personalidades, dispuesta a pasar un fin de semana en la ciudad de Nueva York. Ella va a entrevistar al reconocido cineasta Roland Pollard (Liev Schreiber), que pasa por un momento de crisis creativa, y durante su azarosa aventura conocerá al cautivador actor Francisco Vega (Diego Luna). Por su parte, Gatsby también se encontrará con Chan (Selena Gómez), que le ayudará a poner en orden sus sentimientos. El lluvioso fin de semana estará plagado de encuentros, desencuentros y equívocos.
El ingenioso Allen se mueve como pez en el agua en Dirección y Guión, es unUn día lluvioso en Nueva York: Viaje emocional en Manhattan 3 trabajador obsesivo y talentoso que logró plasmar su estilo en cada película, con el humor que lo define. El escenario elegido es su amada Manhattan, mostrándola con sofistificación, encanto, elegancia y quizás, relate la confusión y la simulación de cierta apática burguesía estadounidense, en lo que bien podría interpretarse como una crítica a la sociedad, presente en todas sus películas. Además elige la lluvia para aclimatar externa e interiormente la trama. Técnicamente muy buena, utiliza de manera atractiva las luces que realzan los rostros y diálogos, una refinada paleta de colores, y un permanente juego con la lluvia. Por otra parte, el gran trabajo de Vittorio Storaro en fotografía, un acierto en interiores y exteriores, y la música que retratan la impronta del director como cineasta y su puesta en escena.
Una vez más, disfrutamos de su ingenio que sigue intacto y de la mirada de un cineasta que continúa siendo el mejor retratista de su ciudad y de su fauna. Con respecto al inmejorable reparto, la construcción de los personajes es genial, un trabajo que dominó siempre, conoce la psiquis de sus personajes y los diálogos son muy divertidos y fluidos. Eligió a exitosos actores, en especial Timothée Chalamet que brilla una vez más con su talento, y, sin lugar a dudas, los actores lo eligieron a él; presentando con encanto a una nueva generación y otorgando una brisa de juventud, en contraste con la renovación en su estilo de filmar exigido por la prensa. En cuanto al alma de la película y el mensaje a transmitir, considero que es sumamente difícil relatar una historia simple, con la coherencia, gracia, humor, sutileza y, sobre todo, que esté tan presente el guionista en cada escena.
Si algo caracteriza a Woody Allen, es su rebelde personalidad y su inmenso talento. En este film tan esperado por todos, vale decir los que aman su cine y los que sólo lo critican, por motivos que nada tienen que ver con su profesión, el cineasta se dirige a todos entregándonos otro excelente trabajo y sin darnos lo que exigimos de él, una gran obra maestra, sino una película. A esta altura de su exitosa carrera, nada tiene que demostrar como profesional, lo cual considero plausible y de un trabajador que ama su profesión. Una entrega que nos hará reflexionar sobre temas cotidianos, con el que nos sentiremos identificados, pero vistos de otra manera y lo más importante, nos hará reír, algo sumamente necesario para todos.