Woody Allen toma a sus dos grandes amores, la comedia romántica y Nueva York, y crea de manera eficaz un relato entretenido y simple gracias sus aptitudes como director y a la gran elección del elenco.
Escrita y dirigida por Woody Allen, Un día lluvioso en Nueva York (A Rainy Day in New York, 2019) presenta a Gatsby (Timothée Chalamet) y su novia Ashleigh (Elle Fanning), una pareja de jóvenes universitarios que deciden ir a pasar un fin de semana a la Gran Manzana debido a que ella consiguió una oportunidad única de hacer una entrevista a un reconocido director de cine. Gatsby, nacido en Nueva York, planeará una estadía de ensueño para pasar con su novia, pero la ciudad tenía otros planes para ellos.
Si hay algo que se le puede reconocer a Woody Allen es que es un gran escritor de comedia, siempre utilizando recursos simples pero efectivos sus películas suelen reconocerse de inmediato en cada uno de sus diálogos cómicos. Otro ítem que también es notablemente reconocible es la estética, una conjunción de música y fotografía logran establecer la puesta en escena perfecta para trasponer la idea del director a la pantalla haciendo y creando una hermosa vista rápida de una ciudad que enamora de inmediato. Ahora, burdamente podríamos decir que todas las películas de Woody Allen son iguales y que siempre hace lo mismo cómo también estaríamos mintiendo si dijésemos que todas son diferentes y es ahí donde el autor, porque su cine es un muy buen ejemplo de cine de autor, logra destacarse hace más de 30 años. Porque es verdad que toda su filmografía presenta características similares y sin embargo logra sorprender, entretener y garantizar una hora y media de disfrute para el espectador sin fisuras ni huecos, sin pretensiones ni sobre exigencias. A nivel guion, la trama y los diálogos construyen una fluidez en el relato propias de su cine y resulta inevitable no sentir simpatía por la historia y engancharse de inmediato con lo que pasa. Si hay algo cuestionable a lo largo de toda la película es que llega un punto que resulta obvia, no tanto por los caminos que transita el film sino por los lugares comunes del propio género y por otro lado, Woody Allen es un cineasta al cual, como director, lo han cuestionado en demasía por temas personales en el último tiempo y a lo largo de la película hay subtextos muy claros donde él se desquita de sus detractores con una bajada de línea bastante clara que termina siendo un poco pesada y repetitiva y que incluso pueden ser tomados como una provocación para quienes lo han criticado. De una manera bastante similar, el director juega con hacerse guiños a sí mismo que resultan simpáticos pero que llega un momento que también parecen forzados y repetitivos.
A nivel actuaciones en esta oportunidad el director opta por un elenco con el cual no había trabajado antes y deja sus actores fetiches de lado para trabajar con la nueva generación de intérpretes y allí es donde gran parte de la eficacia de la película tiene su sustento. A los ya mencionados Chalamet y Fanning, quienes tienen un trabajo muy bueno y que con su simpatía y carisma logran convencer al espectador de inmediato, se les suman en roles más secundarios pero que hacen que la historia fluya de la mejor manera: Selena Gomez, quién con su labor hace querer verla mucho más seguido en la gran pantalla, y en papeles mucho menores a Jude Law, Diego Luna, Liev Schreiber. Estos tres últimos si bien no tienen grandes minutos en pantalla, cada una de sus intervenciones le dan el salto de calidad necesario para que la atención no disminuya y el entretenimiento siempre se haga presente.
La nueva de Woody Allen está lejos de ser cómo aquellas obras que supieron catapultarlo al estrellato, pero sin dudas es de lo mejor que ha hecho en el último tiempo. Graciosa y efectiva, Un día lluvioso en Nueva York es el tipo de películas que no abundan en el mercado y que hay que aprovechar que ahora llega a la cartelera.