Anexo de crítica: -Políticamente incorrecto como siempre, el realizador polaco de 78 años que todavía no puede pisar suelo norteamericano por sus acusaciones legales -por eso filma a París como si fuera Nueva York- se toma apenas 90 minutos para desnudar la hipocresía de la burguesía y demoler con inteligencia, cinismo, acidez y gran sentido del humor, las máscaras de la corrección política a partir de un pleito doméstico entre dos niños, que no son más que el reflejo distorsionado de sus mediocres padres, en un derrotero frenético que va desde la camaradería hacia la despiadada crítica social en un registro prácticamente teatral donde la riqueza en las actuaciones se lleva la mejor parte y la impecable puesta en escena todos los aplausos.-