¿Qué hacemos con Mary?
El director y el protagonista de este melodrama con niña superdotada de por medio alcanzaron fama y prestigio gracias a su participación en sendos proyectos del universo Marvel. Marc Web, quien sorprendió con 500 días juntos, su debut en la gran pantalla, cogió las riendas del personaje de Spiderman en El sorprendente Hombre Araña (2012) y en El sorprendente Hombre Araña 2: LA venganza de Electro (2014), mientras que Chris Evans se puso delante de la cámara para dar vida al considerado gran héroe americano por excelencia, el Capitán América, en Capitán América: el primer vengador (2011), personaje que no ha dejado de interpretar en sucesivas secuelas, reboots, spin-offs a lo largo de estos años (el próximo título a estrenar donde volverá a agarrar el escudo será precisamente en la nueva película de la saga del Hombre araña, titulada Spiderman: De regreso a casa).
Así que de entrada tenemos a dos activos de la industria hollywoodiense que a modo de respiro entre voltereta y voltereta se meten a rodar una historia mínima, basada en un guion escrito por Tom Flynn en 2014 que pasó un montón de años en la lista negra de los libretos que nadie quiere o se atreve a producir y que sólo llamó la atención de los productores cuando empezó a representarse en teatro en una obra que se estrenó con el profético nombre de “Black List Live!”.
La trama nos presenta la historia de una huérfana de madre que vive con su tío alejada del mundanal ruido de la gran ciudad. La niña es una adelantada para su corta edad en cuanto a matemática se refiere. Es un portento a la hora de resolver problemas y te calcula las cuentas más enrevesadas en un santiamén. El tío intenta mantener a la tierna infante lejos de las garras de aquellos que quieren explotar todo su potencial sin pensar en su necesidad emocional, encarnada en la figura de una terrible abuela que tiene entre ceja y ceja la intención de exprimir al máximo el cerebro de su nieta. La lucha familiar que se establece entre ellos en forma de juicio sumarísimo por la custodia de la superdotada centrará el eje dramático del film, con un sinfín de idas y venidas del juzgado donde unos y otros se irán contando y cantando las verdades del barquero.
La película entretiene e incluso en algunos momentos puede llevar a conmover al espectador. Esto se consigue sobre todo en aquellos momentos en los que no se intenta forzar la lágrima del respetable público a cualquier precio. El sentimiento brota en los pequeños detalles y sobre todo en las incisivas miradas y silencios que funcionan a modo de acotación de unas situaciones que se vertebran en bases demasiado trilladas. Incluso existen escenas que pueden llevar al sonrojo colectivo, como aquella en que obligan a la pequeña a estarse todo el día en la sala de espera de un hospital (algo que se podría considerar incluso una suerte de maltrato infantil) para que sea testigo en primera persona de las reacciones entusiastas de unos desconocidos que han asistido al parto de un familiar.
Al menos hay que reconocerle al elenco un esfuerzo por dotar de vida un filme que sin su participación no hubiera pasado de una tv-movie del montón. Chris Evans es un valor al alza que no debería encorsetarse en lucrativos blockbusters y apostar más por este tipo de roles que lo humanizan, mientras que McKenna Grace, con apenas diez años, demuestra unas tablas impropias para alguien de su edad. Por allí también pululan una Octavia Spencer con peinado imposible que aporta muy poco al peso narrativo de la acción y la musa del cine indie norteamericano Jenny Slate (Obvious Child, Joshy), quien fue más noticia por el tórrido romance que vivió con Evans durante la producción que por su actuación.
En definitiva, un honesto ejercicio melodramático que gana enteros en la intención de Cris Evans de alejarse de su imagen de superhéroe con una tierna interpretación que, sin embargo, raya lo inverosímil en su afán de ofrecer un producto apto para todos los públicos, dejando de lado cualquier tema espinoso que se puede llegar a plantear pero nunca a desarrollar (como ocurre con todo lo relativo al suicidio de la madre). Lo mejor de la función, Fred, el entrañable gato de un solo ojo.