Lejos del drama lacrimógeno lleno de golpes bajos, Un don excepcional es una sobria historia de una niña prodigio, anclada en la tradición del cine norteamericano más clásico.
Las películas de genios de las matemáticas constituyen un subgénero apasionante. Las historias que tienen como protagonistas a personajes capaces de multiplicar y dividir sin la ayuda de la calculadora siempre despiertan interés, sobre todo cuando están bien contadas. Un don excepcional es otro título que confirma lo que parece ser una regla, y el encargado de mantener el nivel de esta tradición de filmes es Marc Webb, también responsable de títulos como 500 días con ella y El Sorprendente Hombre Araña.
Si bien Marc Webb viene del videoclip, es un director muy consciente de la tradición de cine en la que está anclada su nueva película. Webb sabe que las historias de “mentes brillantes” tienen la obligación de llegar a la mayor cantidad de público posible y que para lograrlo necesita apoyarse en el relato clásico que tanto identifica al cine norteamericano.
El desarrollo de Un don excepcional es tan sobrio que al espectador no le queda otra que meterse de lleno en la historia de la pequeña Mary Adler (McKenna Grace), una niña prodigio de 6 años experta en resolver problemas matemáticos. La niña vive en un pueblo costero de Florida con su tío Frank Adler, interpretado por Chris Evans, un muchacho soltero que se dedica a reparar barcos.
La madre de la niña era una famosa genia de las matemáticas que se suicidó cuando tenía 22 años. El padre de los hermanos Adler murió y la madre desapareció cuando la joven superdotada quedó embarazada de la pequeña. Los giros del guion están introducidos con precisión, para que todo marche sin dificultades. Y a esta fluidez del relato la ayudan las actuaciones, que son correctas y sólidas, tanto las principales como las secundarias. El director sabe que lo importante es mantener la armonía y el tono.
También están los momentos obligatorias del juicio, cuando aparece la abuela de la niña a reclamar su tenencia porque cree que alguien con ese don necesita un trato especial y estar en una escuela de altos estudios. En cambio Frank cumple con el pedido de su hermana muerta, que quería que la niña se quede con él. Si bien la abuela tiene algo de mujer manipuladora y malvada, nunca llega a ser una villana despreciable.
Un don excepcional es una película agradable que no apela a los golpes bajos que suelen caracterizar a este tipo de historias. El relato avanza en todo momento con fluidez, como en las buenas películas norteamericanas clásicas.