Mary tiene siete años y es superdotada. Criada por su tío, el guapo Chris Evans, empieza a ir a la escuela y así se expone a lo temido: que el tío pierda la tenencia y la niña vaya a un colegio para genios. Es que él ha criado a la niña, en ausencia de su madre, una brillante matemática al igual que la abuela, que reaparece cuando la nena se escolariza, buscando otros destinos para ella. En el barrio de clase media trabajadora donde Mary ha crecido, con el afecto de su tío y una vecina (Octavia Spencer), todo parece haber funcionado bien, pero para una nena normal. ¿Qué será lo mejor para ella? es la pregunta clave que organiza este relato. Previsible, sin grandes sofisticaciones, la película quiere tratar con nobleza un tema proclive a la sentimentalina. Y aunque las buenas intenciones no evitan la sensación de estar ante la fórmula matemática del relato, su tema es atractivo y se ve con placer.