Marc Webb se hizo conocido allá por 2009 al dirigir la comedia romántica 500 days of Summer. Esta película indie (cuyas características -entre otras-, suelen ser las de tener actores no tan famosos, un presupuesto acotado y una banda sonora de diferentes artistas) fue un éxito que se convirtió con el paso del tiempo en una obra de culto. La fiebre por su ópera prima lo llevó a encargarse del reboot de El hombre araña. Las dos Amazing Spiderman que dirigió no terminaban de funcionar; a pesar de su pareja protagónica (Andrew Garfield y Emma Stone) y algunos pasajes inspirados, se notaba que las grandes producciones no le sentaban bien a un director cuyo talento se desarrolla mejor en esas historias pequeñas.
Un don excepcional (Gifted,2017) es una de ellas, aunque esta vez sin depender de jueguitos visuales. Acá la dirección está al servicio de la historia, lo cual le da espacio al director para concentrase más en las actuaciones de sus protagonistas, en particular en la de McKenna Grace y Lindsay Duncan. La primera, con una muy corta trayectoria ya demuestra ser un talento a tener en cuenta. Su personaje es inteligente, sagaz y es también en quien se apoya la película para generar humor; la actriz entiende todo esto y lo logra convincentemente. La otra es una actriz de mucha experiencia -The Leftlovers, Sherlock- que acá interpreta lo más parecido a una villana. Digo esto porque Webb juega con la idea de que en el fondo nadie es 100% bueno… En la mejor escena, se desliza la idea de que la pequeña es rehén de dos personas que se disputan su tenencia, pero lamentablemente no es una idea explotada, tal vez porque ese grado de oscuridad atenta contra la amabilidad que busca proyectar el realizador en su cine. Aun así, la veterana actriz juega con su papel, es malvada, lo sabe y no tiene miedo a que lo demás lo sepan; es coherente consigo misma y hasta logra quedar mal a los que la rodean. Ellas dos brillan lo suficiente como para eclipsar a los demás actores, quienes están correctos en sus papeles, en especial Chris Evans.
Aunque es cierto que el guión no tiene nada de original y que hasta podría verse como una de esas historias que pasan en la televisión un domingo, el pulso narrativo de Webb la vuelve llevadera. Por lo menos hasta los últimos 15 minutos, los cuales parecieran estar mal construidos (problema que también aparecía en 500 días con ella). Aún así, es bueno volver a ver a un director que se nota que se siente mucho más cómodo y que ofrece lo mejor cuando trabaja con poco.