Hacer reír es muchísimo más difícil que hacer llorar. Esta es una realidad, y el motivo por el cual las grandes comedias no abundan. Mezclarlas con la acción desenfrenada (u otros géneros) es una buena opción -pensemos por ejemplo en joyas como “Arma Mortal” (Lethal Weapon, 1987) o la reciente “Spy” (2015)-, pero no es el caso de “Un Espía y Medio” (Central Intelligence, 2016), el último intento de Dwayne Johnson por robarnos alguna carcajada.
El humor yanqui es muy particular y no a todos nos llega de la misma forma, pero cuando lo único que hace reír son los bloopers de la película, algo no nos estaría funcionando del todo.
Calvin Joyner (Kevin Hart) es el chico más popular de la escuela, destinado a tener un exitoso futuro en cualquier cosa que se proponga. Por el otro lado, está Robbie Weirdicht (Johnson), el loser regordete del que todos se burlan y del que nadie esperaría nada. Veinte años después Calvin lleva una existencia bastante aburrida como contador y un matrimonio que empieza a tener problemas. Mientras se aproxima una reunión de egresados a la que no tiene intención de asistir, se contacta con un tal Bob Stone, un ex compañero que resulta ser Weirdicht, bastante más musculoso y atlético, pero con los mismos complejos de inferioridad de la adolescencia.
Una cosa lleva a la otra, y casi sin darse cuenta, Joyner termina siendo interrogado por la CIA ya que, al parecer, Stone es un agente renegado convertido en traidor tras asesinar a su compañero y robar unos códigos para venderlos al mejor postor. Calvin deberá decidir a quien le cree, si a su amigo de la secundaria o los agentes del gobierno. Mientras tanto se suceden un sinfín de persecuciones, tiroteos y situaciones peligrosas que impregnan un poco de aventura la abúlica rutina de este contador.
Johnson y Hart ya demostraron que pueden hacer un gran equipo si se lo proponen, pero este guión plagado de clichés, lugares comunes y chistes racistas no es lo mejor que pasó por sus manos. “Un Espía y Medio” no divierte, y hasta cansa tanta estupidez desmesurada. The Rock, con todos sus músculos a lo largo y a lo ancho, intenta convencernos que es un tipo sensible que puede llegar a intimidarse cuando lo acosan los traumas del pasado, pero también es un espía que no falla una y puede desaparecer y aparecer en escena más rápido de lo que canta un gallo (¿?).
“Un Espía y Medio”, traducción horripilante que, en parte, hace referencia a la baja estatura de Hart, funciona mejor por el lado de la acción y todos los convencionalismos del género de espionaje y sus dobles agentes, que tampoco acá convence del todo por su previsibilidad.
Un público poco exigente puede disfrutar de esta comedia a medias sin sentirse estafado, el resto saldrá bastante aburrido clamando por su dinero y algunos chistes graciosos. Hay cameos interesantes, hay momentos risueños y lo mejor de todo, las escenas fallidas, las únicas que lograron una carcajada de mi parte. Lo siento chicos.