La nueva comedia italiana.
Comencemos diciendo que Gianni Di Gregorio es el director y guionista de una comedia cuyo personaje principal se llama Gianni y está interpretado por el mismísimo Di Gregorio. Agreguemos que se trata de una película ligera, inteligente y divertida, que está filmada en su propio departamento del Trastevere y cuenta con un ingrediente autobiográfico que funciona como eje del relato. A esta altura, la comparación con el cine de Nanni Moretti de los años noventa se cae de madura. Sin embargo, Un feriado particular posee una filiación aún más fuerte con la mejor comedia a la italiana de los años sesenta, porque reflexiona sobre una cuestión social vigente, evitando los discursos y con una mirada lúcida y benévola. Para completar la doble descendencia sólo falta mencionar que la acción transcurre durante Ferragosto, con las calles de Roma desiertas, al igual que en Il sorpasso y Caro Diario. Pero la película de Gianni Di Gregorio no se limita a la copia estéril de aquellas obras maestras. Un feriado particular toma el tradicional humor corrosivo de la comedia a la italiana y lo sumerge en un baño documental decisivo y congruente con la modernidad de su puesta en escena.
La anécdota es simple y original. Gianni es un hombre maduro que vive agobiado por sus deudas y por una madre posesiva. Gianni cocina, limpia, hace las compras y cada noche le lee un pasaje de Los tres mosqueteros para que se duerma. Como ambos viven en un departamento que tiene una abultada deuda de expensas, un buen día el administrador le propone a Gianni una importante reducción a cambio de que se ocupe de su madre y de su tía por un par de días, durante el feriado del 15 de agosto. Gianni no tiene más remedio, acepta a las dos ancianas, a las que luego se les sumará la madre de un médico amigo para completar el elenco. Ninguna de las cuatro señoras es actriz profesional, pero todas ellas se muestran extraordinariamente dotadas para hacer este tipo de cine. Su contribución es determinante en términos de espontaneidad, sencillez y verdad. Una verdad profunda que desborda la puesta en escena y evidencia la activa participación que tuvieron las actrices en la gestación de la película.
El director organiza las tensiones y los desenredos. Las viejitas se encierran cada una en su cuarto para hacerse rogar, se disputan la tele y aprovechan la ocasión para ignorar su régimen alimenticio. El espacio se divide en rigurosos compartimientos y Gianni despliega toda su energía para que los distintos feudos se comuniquen. Las cuatro abuelas discuten como niñas, se escapan de casa como adolescentes y seducen como jóvenes mujeres. En torno a la mesa, alrededor de un fabuloso plato de pastas cuya receta es objeto de acaloradas polémicas, se tejen vínculos indefectibles. Las comidas, que suelen ser momentos ideales para la convivencia, son en cambio la ocasión para las bajezas más inocentes y las maldades más tiernas. Una se niega a comer con las demás, otra aprovecha para abandonar la dieta con un enorme plato de macarrones con queso. En medio de caprichos, chillidos y otras chocheras, Gianni pondrá sus nervios a prueba e intentará realizar dignamente su labor de anfitrión.
La puesta en escena reposa en un juego sutil con la distancia y la proximidad. Las charlas entre las veteranas que evocan su pasado se escuchan muchas veces fuera de campo, desde la habitación de Gianni. La realidad de su desamparo es observada con cierta distancia y de manera fragmentada, o a través de pequeñas mentiras que dicen mucho más que largos discursos. Pero la cámara también explora en primer plano las pieles viejas y sus miradas falsamente ingenuas. Un plano ejemplar nos muestra a la madre de Gianni maquillándose antes de salir al encuentro de sus huéspedes indeseables. Es un largo primer plano sobre la piel que se transforma de a poco y nos invita a ir más allá de esa superficie arrugada. La madre de Gianni se maquilla para entrar en escena, se prepara para actuar. No sólo porque es una vieja preocupada por disimular su edad, sino porque además tiene que representar un papel, seducir y atraer todas las miradas. Un feriado particular es también un documental sobre estas cuatro actrices deseosas de reconocimiento. Una película profundamente italiana, reflejo de una sociedad matriarcal en cuya base se encuentra el amor filial. Gianni, el doctor, el administrador, todos trajeron a sus madres a vivir de vuelta con ellos y por eso nadie cuestiona que las abandonen un par de días. Pero la película tampoco se limita a sus resonancias locales y contemporáneas. Podemos apostar a que mantendrá su frescura y actualidad dentro de muchos años porque, como las grandes comedias a la italiana, Un feriado particular trasluce su esencia humana, universal y fuera de tiempo.